Se trata de otra experiencia personal, que ligados a mis mala experiencias, me llevarona esa conclusión.
Algún día -años atrás- parquie mi vehículo en el Parque del Centenario, en la acera de la calle Vélez. Fui a entregarle a mi madre -algo que ya no recuerdo- y regrese a mi vehículo.
La ventolera estaba rota y mi maletín -SAMSONITE-, no estaba.
Dentro del maletín, solo había papeles para mi interés -pero muy importantes- y unas cuantas leyes de uso diario (libritos).
Rehacerlos me hubiera llevado mucho tiempo y los necesitaba de inmediato.
Me fui a RADIO CRISTAL, del famoso ARMANDO ROMERO (+) y en recepción deje mi mensaje “Al señor ladrón que…….” etc.. Me costó $20.00 (sucres), repetirlo al día siguiente, tres veces al día: 6am, 7am, y 8am. Me indicaron que lo pasarían los mensajes, y si había buenos resultados, me llamarían por teléfono. Para el susodicho (ladrón) que “los encontró”; $20.00 (sucres) de recompensa. Solo le solicitaba que me devuelva los papeles y las leyes, y que se quede con el maletín.
Así fue, recupere lo robado.
El año anterior, a pedido de un Colega, fuimos al F.I.L. Mi colega quería comprobar si su obra de Derecho Administrativo, estaba entre los libros que exhibía su Editorial. Efectivamente, si estaba, pero bien refundido sin alcance visual de su obra, por parte del público lector. Por supuesto, le pidió a la srta. que atendía en el stand, que ubique su obra en un lugar mejor, al alcance visual de los usuarios, y así lo hizo.
Justo, una dama de la 3era edad, que gustaba de la lectura, me pregunto por su bolso, en el que había dentro de él, unas obras compradas en otro Stand y se lamentaba que quizás alguien tomo su bolso y se lo llevó. Le aconseje, que vuelva al último Stand, donde estuvo, por cuanto, le dije, la srta. que ahí atiende, lo recogió y está esperando que Ud regrese. Así lo hizo y regresó a agradecerme, ahí estaban.
Hace pocos días, fui a obtener dinero al cajero ubicado en mi lugar preferido para escribir. Lleve conmigo mis apuntes y diarios y me fui al cajero.
Ahí asenté, mis apuntes y demás documentos, en una barra de cemento, frente al cajero automático.
Me fui al estacionamiento y caí en cuenta que había olvidado mis documentos en ese sitio. Volvi y ahi los encontre (“Me estaban esperando”).
Por ello, mi conclusión simplista: “Nadie, roba libros”.
El tema no deja de ser preocupante, pero, solo desde el punto de vista del desinterés por la lectura física, bien sea de diarios o de libros. Hoy la tecnología ha hecho perder esta tendencia física por la virtual, la gente -sobre todo la joven- prefiere informarse por esos medios virtuales.
Yo también lo hago -con cierta dificultad-, pero, prefiero sentir en mis manos, el papel periódico y las obras que leo. Quizás estoy contra la corriente, pero es difícil cambiar a esta altura del partido, aún cuando me cuesta dinero, -que me los transcriban- sigo utilizando las viejas herramientas (plumas) y los viejos métodos.(con las manos).
Me siento mejor.