21 noviembre, 2024

Tarde o temprano los sátrapas caen

Normalmente los dictadores se creen imprescindibles, insustituibles, encumbrados en su vanidad y en su falso mesianismo, no terminan de aprender las lecciones de la historia, se vuelven adictos al poder y tratan, a toda costa, de perennizarse.

Los dictadores piensan que los pueblos son sus satrapías, que se las apropiaron utilizando la seducción y el engaño, por lo tanto, impunemente pueden cometer toda clase de abusos. Tarde o temprano estos tiranuelos han terminado fusilados, ahorcados, arrastrados, muertos a balazos, presos o han tenido que huir apresuradamente del país en el que creían que eran sus redentores; el pueblo cansado de los abusos, latrocinios, caprichos, excentricidades, corruptelas, le pone punto final al déspota de turno.

Las dictaduras plebiscitarias se han implantado, especialmente en los países de la llamada Alianza Bolivariana de los Pueblos, conocida por el acrónimo de ALBA. El gobierno comunista cubano se mantiene en el poder 60 años, en Cuba periódicamente se designan a las mismas autoridades mediante “elecciones”; siguiendo las directrices de Fidel Castro, el desaparecido Hugo Chávez, implantó el mismo sistema en Venezuela; igual, en Nicaragua, el otrora líder de la Revolución Sandinista, Daniel Ortega, cambió la Constitución para gobernar indefinidamente, traicionando los postulados de dicha Revolución, a sangre y fuego, como la dictadura de la dinastía de los Somoza a la que combatió, se mantiene en el poder. En el Ecuador, Rafael Correa gobernó por 10 años, dejando su impronta de abuso, prepotencia y de una colosal corrupción. En Bolivia, el indígena aymara Evo Morales, siguiendo los anteriores ejemplos, pese a que el pueblo le dijo No a la reelección, en una consulta convocada por él mismo, contando con la complicidad de sus esbirros de la Corte Constitucional, que de constitucional no tenía nada, fue calificado como apto para ser candidato con la pretensión de ser elegido presidente para un cuarto periodo consecutivo y eternizarse en el poder. Mediante elecciones fraudulentas, Evo Morales se declaró ganador y pretendió asumir la presidencia por cuarta vez. El pueblo boliviano enardecido frente al fraude descarado, reaccionó y a través de una resistencia sacrificada y heroica le obligó a renunciar.

Las Fuerzas Armadas bolivianas jugaron, una vez más, un papel decisivo en la forzada renuncia de Evo Morales, en los momentos más cruciales vividos por el pueblo boliviano, el alto mando militar le “sugirió” a Morales que renuncie, la sugerencia del alto mando era un eufemismo para decir que ya no tenía el apoyo de los militares, por lo tanto, tenía que renunciar y marcharse.

En conclusión, podemos señalar que en el fondo, los métodos de control y la forma de actuar de los dictadores en cualquier sitio y en cualquier tiempo se rigen por unos patrones muy similares: control de la prensa libre y de la justicia; persecución implacable a sus adversarios; terror y propaganda, etc.

Aquí cabe recordar al filósofo Karl Popper, que plantea una interrogante: “¿Cómo cambiar un mal gobernante que, habiendo sido elegido democráticamente, hace uso del poder para destruir la democracia. Esto es, cómo en democracia se puede salvar la democracia, sin necesidad de recurrir a los militares?”.

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En todas las circunstancias de la vida, todo debe tener un porqué que nos explique la causa y la forma como se puede mejorar a las
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Por un lado tenemos a una ofensiva publicidad gubernamental, que día a día nos dicen que la patria está en su mejor momento y nos encontramos en el mejor tiempo del buen vivir de los ciudadanos.Esta estrategia publicitaria es una concepción brillante de los genios de la publicidad, que son los que verdaderamente sostienen al régimen.Este permanente acoso a la población por parte de los medios y también en silenciamiento de los otros medios que no están alineados con el gobierno, es lo que diariamente nos hace tener una falsa percepción de la cada día menos libre realidad que vivimos.Personas que nos consideramos libres pensadores, tenemos la obligación constitucional de expresar nuestro desacuerdo con lo que se está llevando a cabo.Creo que el país se merece un mandatario serio.

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