La existencia de la oligarquía guayaquileña es un mito, producto de la fantasía de los detractores del sector empresarial. Jamás ha existido club, logia o asociación de poderosos empresarios con afán de impedir la prosperidad de la gente. Los que han dirigido los destinos han sido personas que llegaron donde están, por su esfuerzo y dedicación. Se ganaron legítima y honorablemente la posición económica y social. Desde siempre, en cada década transcurrida han ingresado nuevas caras con distintos apellidos a hacer noticias, formando parte de los directorios de las cámaras de la producción, apareciendo en la promoción de una nueva empresa o apareciendo en los periódicos. No han sido los “mismos de siempre”, como erróneamente sostienen los detractores.