La cuenta regresiva ha comenzado y sin duda dejará muchas tareas pendientes siendo la lucha contra la corrupción la más trascendental. Si bien Lenín ha sorprendido a propios y extraños, su debilitado poder en esta etapa resultaría más de carácter coercitivo pues dejar Carondelet, ahora sí contra todo pronóstico, empantanaría a los verdaderos contendores del 2021. Disminuido así, deberá preparar su salida de la escena nacional en medio de una voraz crisis económica y el grave aprieto coyuntural al que se verá afectado por su corresponsabilidad luego de 13 años de corrupción.
Sin crecimiento económico, el endeudamiento fiscal continuará siendo un factor irrenunciable para el Gobierno a fin de evitar que el Estado caiga en extrema unción operativa. Los recursos, más que limitados, estarán dirigidos con olfato político ante la carencia de un programa económico con prioridades presupuestarias. El consumo mantendrá una tendencia en franco declinio con importantes afectaciones en el orden social. Con los tiempos apretados, la política, más que la Justicia, probablemente determinará si Rafael podrá ser candidato a algo. Mientras aquello se dilucida, no sería nada absurdo considerar que el descontento popular pudiese conducir a mayores desórdenes del orden público, más aún si Rafael acabase marginado de las elecciones. El Gobierno podría tener candidato propio, pero con ninguna chance de ganar. La pelea estratégica se centrará en el CNE pues en la cooptación de su poder estará la llave de los resultados electorales.