22 noviembre, 2024

Los desafiantes contextos del 2020

La cuenta regresiva ha comenzado y sin duda dejará muchas tareas pendientes siendo la lucha contra la corrupción la más trascendental. Si bien Lenín ha sorprendido a propios y extraños, su debilitado poder en esta etapa resultaría más de carácter coercitivo pues dejar Carondelet, ahora sí contra todo pronóstico, empantanaría a los verdaderos contendores del 2021. Disminuido así, deberá preparar su salida de la escena nacional en medio de una voraz crisis económica y el grave aprieto coyuntural al que se verá afectado por su corresponsabilidad luego de 13 años de corrupción.

Sin crecimiento económico, el endeudamiento fiscal continuará siendo un factor irrenunciable para el Gobierno a fin de evitar que el Estado caiga en extrema unción operativa. Los recursos, más que limitados, estarán dirigidos con olfato político ante la carencia de un programa económico con prioridades presupuestarias. El consumo mantendrá una tendencia en franco declinio con importantes afectaciones en el orden social. Con los tiempos apretados, la política, más que la Justicia, probablemente determinará si Rafael podrá ser candidato a algo. Mientras aquello se dilucida, no sería nada absurdo considerar que el descontento popular pudiese conducir a mayores desórdenes del orden público, más aún si Rafael acabase marginado de las elecciones. El Gobierno podría tener candidato propio, pero con ninguna chance de ganar. La pelea estratégica se centrará en el CNE pues en la cooptación de su poder estará la llave de los resultados electorales. 

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Cuando se acaba el otoño

Madrid octubre de 1965. Experimentaba mi primer otoño y estaba atento y asombrado por la inimaginable multiplicidad de colores de las hojas que se desprendían de sus árboles formando una alfombra inmensamente bella. Recogí un par de ellas y las puse al interior del libro que portaba. Nunca antes había traspasado la frontera de mi patria tropical por lo que la experiencia resultaba intensa y receptaba ese paisaje con una intensidad que todavía perdura en la retina. Las cuatro estaciones marcan el proceso vital de la naturaleza. La primavera en la niñez. Infancia y primera juventud, el verano la edad productiva, el otoño la sabiduría y la conciencia de que todo se acaba. Finalmente el invierno que es la vejez y la muerte. Luego todo empieza de nuevo y así año a año.

En ese otoño conocí a Jacinto Faya Viesca. Así, hace 48 años se inició una hermosa y estrecha relación de amistad destinada a durar hasta las 01h30 del 8 de enero del 2013.

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