En 1825 Bolívar designó a José Joaquín Olmedo, representante de Perú en Gran Bretaña; allí vivió varios años. El 7 de marzo de 1828, antes de regresar a Guayaquil, envío una carta de despedida a Andrés Bello, el gran amigo que había hecho en Londres: “Llegó el momento. Cuando usted lea esta cartita, ya estaré lejos de Londres: pero nunca están lejos los que se aman…”. No se volvieron a ver.
Fue una larga travesía, duró meses, debió cruzar el peligroso Cabo de Hornos. Al llegar a Valparaíso, 10 de agosto, redactó una carta al Almirante Blanco Encalada indicando que estaba feliz de pisar tierra americana “…el gozo de creerme en la víspera de abrazar a mi familia…” Incluyó haberse enterado del óbito de su hija “…me ha sorprendido la noticia más cruel que puede recibir un padre[…]soy el hombre más desgraciado del mundo. No puedo ni quiero consolarme, jamás”. Lamentó primero desembarcar en Lima pues tenía que dar cuenta y cobrar su dinero usado en la estadía en Londres. A septiembre ya estaba en Lima; quinto viaje a esa ciudad.
Por no haber estado enterado de noticias, el 17 de septiembre de 1828 le escribió a Martín Icaza, su suegro, sorprendido por la guerra entre Perú y Colombia: “Sólo una cosa podía agravar mi situación y es esta disposición hostil en que encuentro al Perú y Colombia. Éste es el último de los males que podía sobrevenirnos. Cuando yo llegué a Lima, La Mar estaba bien malo en Lurín, pero tuve el gusto de saber que había dicho que él jamás derramaría o haría derramar sangre americana, y que lo confundiese el cielo si él no ponía todos los medios de evitar la guerra y de procurar un avenimiento honroso sin sangre y sin el escándalo de venir a las manos. Pero después vi su proclama, y veo que hay expresiones fuertes…” Le contaba que no había llegado su equipaje, por lo que no podía continuar viaje y además debía hacer la liquidación de sus cuentas, el Gobierno le debía más de 30.000 pesos, había tenido que dar garantías en Londres. Irónicamente escribió a su suegro: “Como allá, así pobre y desconocido, he tenido más crédito que el Gobierno, recibí ese dinero con mi responsabilidad personal, en caso de que no fuese aceptado o pagado…” Se quejó de que había presentado las liquidaciones y no tenía noticias.
También estaba molesto con La Mar, le expresó que su amistad con él: “… me sirve poco o nada; como él está separado del Gobierno desde que se hizo cargo del mando del ejército, no entiende ni quiere entender en otros negocios que los de su profesión, además de que se le nota que a los más amigos trata con más confianza, y que los asuntos de éstos los mira con cierta postergación, que dicen se llama nimia delicadeza[…] La Mar va a salir mañana para Piura por Paita. Sale en la fragata Prueba, la cual después irá a estrechar el bloqueo de ese puerto, para quitarnos el consuelo de la comunicación y para aumentar las aflicciones de ese pobre pueblo. Estos males me atormentarían de muerte… ”. Terminó su carta diciéndole que Sucre estaba en el Callao, había llegado de Bolivia donde pasó los últimos meses y desconocía lo que sucedía entre Perú y Colombia. No hay evidencia de haberse ellos reunido. A Sucre lo conocían y respetaban en Perú, había peleado por su independencia, pero en 1828 se encontraba de adversario, si no había acuerdo tendría que enfrentar al ejército peruano para proteger a Guayaquil.
Al llegar a Guayaquil en septiembre, Sucre escribió a Bolívar “…resolví tocar en el puerto del Callao en mi bajada a este de Guayaquil para ofrecer al Gobierno de Lima mis oficios particulares en favor de esta deseada paz, a fin de evitar un rompimiento. En consecuencia dirigí al Presidente de aquella República la nota adjunta en copia[…]fue contestada,[…] ya que hice responder. Llegado a Guayaquil, he encontrado aquí con una misión de V. E. cerca del Gobierno del Perú, para tentar negociaciones pacíficas; y habiendo entregado al comisionado copias de estas contestaciones, le he instruido de lo que he juzgado conveniente a llenar sus objetos. Si se observa que por parte de V. E. se solicita la paz, y que por la del Gobierno del Perú también se habla de la paz, como el bien necesario a los nuevos Estados de nuestro continente, resulta que la falta de explicaciones es la que va a conducirnos a una guerra, en que grandes males agobiarán a los pueblos, y en que muchas víctimas serán sacrificadas. El espíritu de partido que domina casa de nuestros vecinos, y las prevenciones con que su actual administración oirá las proposiciones del Comisionado de V. E., me hacen sospechar que no llegaremos a una transacción sincera, sino después de algunos desastres[…] habiendo sido V. E. el que primero propuso la congregación de un cuerpo americano, árbitro en nuestras diferencias, se le sometan las cuestiones existentes entre el Perú y Colombia con asistencia de los Representantes de estos Estados, y del de Bolivia que tiene gran parte en la guerra que se prepara.” Olmedo llegó a Guayaquil el 14 de agosto de 1829.