Se inicia un año difícil desde muchos puntos de vista. La situación económica es algo con lo que los ecuatorianos tendremos que vivir por algún tiempo, consecuencia el latrocinio correista. La corrupción un mal que no erradicaremos sin una correcta educación. La violencia y el tráfico de drogas una herencia de Correa que nos acompañara por largo rato.
Para un buen número de ecuatorianos los acontecimientos de octubre fueron lo más relevante del 2019, lógicamente para mal ya que las consecuencias fueron funestas tanto en lo humano como en lo económico; aún no se castiga a los culpables.
Ni bien iniciado el 2020 y se rumora de nuevas movilizaciones que bajo un sinnúmero de pretextos ridículos quieren desestabilizar a un gobierno débil, al que le vieron las costuras y que lamentablemente no tiene intenciones de marcar un rumbo diferente.
Los dirigentes sindicales cuya representatividad es cada día más insignificante, continúan con sus discursos en contra de lo que llaman políticas económicas neoliberales de Moreno y anuncian que el 31 de enero se reunirán para revisar las medidas. “No habrá compasión en este país contra los que están con el Fondo Monetario Internacional”, indica un tal Tatamuez que debería estar tras las rejas.
Los plumíferos Vargas e Iza, desde sus refugios en la serranía no dejan de arengar a sus comunidades indígenas, buscado un apoyo cada vez más escaso. pretenden iniciar movilizaciones los primeros días de enero.
El miércoles pasado supuestamente se movilizarían en defensa del agua, algo que ni los mismos plumíferos entienden, peor sus seguidores. La Seguridad Social, cantaleta que la repiten sin planteamiento alguno. Pero lo más risible es la de defensa de los derechos de la mujer, increíble.
En Guayaquil si se pretendiera volver a propiciar algún acto que implique paralización de actividades o vandalismo, encontraran a una ciudad bien parada y con ciudadanos que sabrá responder como se lo merecen. No se atrevan.