“El niño que no sea abrazado por su tribu, cuando sea adulto, quemará la aldea para poder sentir su calor”
Se asegura que este es un proverbio africano muy popular y me llamó enormemente la atención publicado en Facebook. Inmediatamente mi mente lo relacionó con la muerte de un jovencito adolescente después de un confuso episodio ocurrido en Durán y cuyo resultado no puede ser sino el cuestionarnos como sociedad… ¿qué estamos haciendo con nuestros niños y jóvenes?. ¿Cómo es posible que la familia no se haya dado cuenta de lo que ocurría con las salidas de este joven?. ¿Acaso los juicios, dimes y diretes entre los involucrados, llámense padres, familiares o autoridades nos devolverán la vida al joven fallecido?. ¿Lamentar o prevenir?
Cansado y dolido escribo acerca de un tema que es una letanía tan burlona como irreal en los colmillos sanguinolentos de los politiqueros… “los niños son privilegiados, trabajamos por la juventud, son el presente y futuro de la Patria, la educación de calidad…” y tantas otras frases perversas de esta gente que durante años, décadas nos han gobernado sin dar respuestas claras, pragmáticas y útiles para el gran conglomerado de niños y jóvenes ecuatorianos, de quienes se aprovechan, utilizan y desprecian en porcentajes iguales. Utilizando subterfugios malévolos les han dado el voto a los dieciséis años, universidades, escuelas y colegios que los discriminan, regalitos para conseguir sus votos, manipulación usando las redes sociales y en muchos casos los han armado para usarlos en manifestaciones y huelgas. Lo cierto es que seguimos igual o peor que antes pues no hemos pasado de los viejos aforismos a la acción, a preocuparnos por “abrazarlos” como dice el proverbio arriba, para ahora sentir que “queman” la aldea ante la necesidad de calor, de calor humano, por supuesto.
Debe haber una reestructuración total de esquemas comenzando por quienes temporalmente fungen como administradores del Estado. Los Ministerios de Salud y Educación no pueden estar en manos de políticos, deben responder a los altos intereses del país, nuestros niños y jóvenes. Los presupuestos económicos para ambos ámbitos del desarrollo social ya mencionados deben incrementarse… ¡ no son gastos… son inversiones!.
Allí deben estar los que saben y no los que coyunturalmente quieren “disfrutar” de la beca de recibir sueldos y prebendas sin “dar pie con bola” como se dice en el argot futbolístico. Gente que no trabaje por “ideologías” a todas luces desfasadas. Personas que investiguen y que apliquen los grandes avances de las ciencias para crear nuevos entornos de desarrollo y emprendimiento. Hombres y mujeres que se manejen con altos estándares éticos y con conceptos claros de rendición de cuentas y de evaluaciones de impacto imprescindibles. ¿Es posible?. ¿Por qué no?. ¿Podríamos pensar en concursos de méritos nacionales e internacionales?. ¿Hasta dónde quisiéramos llegar en nuestro deseo de tener un mejor país que legarles a los más jóvenes?.