En una entrega anterior indicaba que Guayaquil se estaba convirtiendo en una ciudad insegura por el incremento de hechos delictivos. Más los últimos acontecimientos que se han dado en el país, como son secuestros, asaltos, asesinatos, etc., evidencian que es a lo largo y ancho de todo el territorio nacional.
El Acuerdo o Convenio firmado entre la Municipalidad, el Ministerio del Interior y otros organismos vinculados a la seguridad ciudadana, aun no presenta números satisfactorios. Las cifras demuestran lo contrario y el sentir ciudadano también.
En el primer mes del año se han dado hechos delincuenciales que hacen presumir que hay influencia de personas extranjeras que con mucha más experiencia están haciendo de las suyas en el país. El sicariato, así como el asesinato a sangre fría, lo demuestran.
La inseguridad que palpa la ciudadanía se confirma por las acciones que se empiezan a tomar en algunas poblaciones donde ya hay grupos decididos a defenderse de los antisociales a como dé lugar. Incluso hay barrios que se han autoprotegido con elementos tecnológicos como cámaras, cercos eléctricos, puertas magnéticas, etc., y capturan por su propia cuenta a los malandrines para entregarlos a la policía.
El asesinato de una mujer de la tercera edad a pleno luz del día y a la salida de un centro comercial en Quito para robarle sus pertenencias, no es sino un hecho más que se suma a las estadísticas. La delincuencia está operando muy bien armada y organizada como lo prueban las capturas.
Los Convenios y reuniones para tratar la inseguridad son plausibles, pero ya es hora de resultados. Los jueces deben hacer su parte administrando justicia para que los ciudadanos sientan que los protegen y no como se percibe con aquellos que asaltaron el país y que aún no se los juzga o se los libera y siguen tan campantes. El mal ejemplo se convierte en algo contagioso.