En días pasados falleció un ecuatoriano de gran estirpe que, a lo largo de toda su vida, se empeñó por lograr la unidad del Ecuador. Esa fue su principal meta, y en aras de ella aportó todo cuanto le permitió su enérgica voluntad y despejada inteligencia. Cualquier ocasión fue propicia para difundir el mensaje: la Cátedra Universitaria, el recinto Legislativo donde fue elegido por seis ocasiones como diputado, candidato a la vicepresidencia de la República acompañando a Galo Plaza Lasso, asimismo como fundador y presidente de la Confederación de Abogados de los países Andinos. Siempre encontraba inteligentemente las oportunidades para propender la unión del país esa fue la razón de su vida.
En el año 2005 y con motivo de un homenaje que le realizaban sus ex alumnos, tuve la oportunidad de intervenir en representación de la facultad de Jurisprudencia de la Universidad Católica de Guayaquil expresando lo siguiente “Nicolás Castro Benites tiene múltiples méritos; magnifico Jurisconsulto, notable educador distinguido orador, pero sobre todas las cosas, lo que lo distingue y enaltece es la incesante lucha por lograr un mejor Ecuador
Fui su alumno, pero pude tratarlo mucho más cuando acompañé a mi padre a las reuniones del comité por los 100 años del natalicio del doctor Raúl Clemente Huerta que entre otros distinguidos ciudadanos lo conformaba Nicolás Castro, después de las reuniones conversaba con mi padre y conmigo contándonos sus anécdotas y cuanto hizo en favor del Ecuador, de la democracia, con la esperanza de que la inteligencia se imponga a la fuerza y la bondad al odio ciego
Hombre múltiple y patriota cabal fue Castro Benites un claro ejemplo del temple y corazón.
Paz en su tumba y la afectuosa condolencia a su hijo Iván y a su atribulada familia
