Notas para el recuerdo

Debo indicarles, que tuve en mi época universitaria excepcionales maestros universitarios, lamentablemente todos  fallecieron, salvo uno, que en años superiores reemplazo en su cátedra a su padre, también excelente. He aquí, algunas interesantes historias.

En alguna ocasión, uno de mis mejores amigos me llamó por teléfono a mi casa. Me dijo, Pincho, te llamo para pedirte un gran favor. Mi amigo estudiaba Ingeniería Eléctrica en la ESPOL, de Guayaquil.

Me dijo, hoy tuve examen de Física con el Dr. Eloy Guerrero Barreiro y estoy seguro que me faltó un punto en el examen para pasar el año.

Mi amigo, conocía de la gran amistad que existía entre mi padre y el Dr. Eloy Guerrero Barreiro. El Dr. Guerrero, fue su profesor en el Colegio Vicente Rocafuerte de Guayaquil y su amistad y aprecio entre ambos, lo fue hasta el final de sus días.

El Dr. Eloy Guerrero Barreiro, era considerado dentro y fuera del Ecuador, como una autoridad en Medicina, Física, Química, Mecánica y Electricidad. Su especialidad era entre otras, la de curar la parálisis infantil. Aunque de acuerdo al daño del sistema nervioso no siempre es posible. Los impulsos cerebrales, para la movilización de las personas, está dictado por el cerebro y esos impulsos no son otra cosa que impulsos eléctricos.

Como científico que era, muchas pruebas las realizaba en su misma persona, para luego, aplicarlas a sus pacientes. En unas ocasiones a base, de electricidad, en  otras a base de calor térmico y de rayos ultravioletas (de calor). Alguna ocasión me luxe el tobillo en el Colegio en clase de gimnasia, mi padre, de inmediato me llevó al consultorio del Dr. Guerrero. Con dos o tres aplicaciones de rayos ultravioleta, la luxación se  normalizo.

Para mi familia, el Dr. Eloy Guerrero Barreiro, era, simplemente, un genio.

Mi padre me contaba que, como profesor del Vicente Rocafuerte, en clase, recitaba de  memoria los 300 y tantos cantones del Ecuador y los repetía sin equivocarse, con la indicación de la Provincia a la que pertenecían.

Además era el único médico en la ciudad de Guayaquil, que arreglaba los electrocardiografos, que importaba mi padre, cuando a algún cliente se  le dañaba. Para él, era hobbie arreglarlos. Tenía su consultorio por la Av. Eloy Alfaro y Brasil, en uno de esos edificios de esa época, en la que también tenían sus consultorios, excelentes médicos de la ciudad.

Siguiendo con el pedido de mi amigo, a quien no le di ninguna esperanza, por cuanto conocía lo estricto que era como profesor universitario. Finalmente, lo llamé por teléfono a su casa y le pedí el favor. Me contesto de inmediato y me dijo, Pincho, yo no acostumbro a subir puntos a mis alumnos, pero por tratarse de Ud, lo considerare, deme su numero de telefono -convencional- que yo lo llamo en dos días.

Efectivamente, a los dos días me llamo y me dijo: dígale a su amigo que le he subido el punto que necesitaba para pasar de año, pero me dijo también que, para ser justo con sus compañeros de clase, “les he subido a toda la clase, un punto en dicho examen”, sin excepción.

Se lo agradecí, con toda mi alma y mi amigo, pasó de año y se graduó finalmente de Ingeniero Eléctrico.