Una frase que ha sido muy motivante en mi vida dice así… “el momento más obscuro del día es el que precede al amanecer”
Confieso que hace algún tiempo intenté cotejar el mensaje de la frase con la realidad y decidí quedarme en la playa hasta el amanecer, venciendo el sueño y el cansancio, pero incitado por mi interés de darme cuenta si era cierta la aseveración. Comprobé que en efecto la obscuridad es realmente total antes de que aparezcan los primeros rayos del sol…
En el devenir del tiempo he ido asociando dicho aprendizaje con mis vivencias. Momentos en los cuales los problemas arreciaban, pero que después de un sueño reparador se disipaban pues aparecían líneas esclarecedoras que servían para solucionar aquello que me abrumaba. “Todo se pasa, todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza, quien tiene a Dios nada le falta, sólo Dios basta”, repetía mi madre constantemente en mi niñez. Mi mente lo creyó, y lo hizo carne, se fortaleció mi confianza, aquello que los cristianos llamamos “Fe”.
Pero las cosas no se solucionarán solo con buenas intenciones ni con pensamientos religiosos por muy fuerte que sean nuestras creencias, si no hacemos algo para que resulten. Hay que trabajar para el cambio, pues ese momento obscuro necesita transformarse en brillante luz con la participación de todos, de uno y de todos, de verdaderos equipos y de liderazgos firmes. Lo que hemos venido haciendo con la salud y con la educación de nuestros niños, niñas y jóvenes durante los últimos cien años es poco y menos que una tragedia. ¿Sabían ustedes amables lectores que la inversión en salud del Ecuador supera un poquito al 3% del producto interno bruto del país? Y que en educación el presupuesto no llega al 3%. Hoy, habiendo enfrentado en la última década un sismo terrible y una pandemia brutal, es para muchos la razón clave para tanto dolor y tanta desdicha social en nuestro país. Para colmo la corrupción se ha llevado más y más cada vez… aunque su génesis debe hallársela también en los desfasados procesos de formación que ofrecen nuestras familias, escuelas y colegios y por qué no las universidades –con indudables excepciones-.
La salud en el Ecuador debe ser PRIORIDAD, así debió haber sido siempre. Hoy nos damos cuenta que tener grandes hospitales totalmente desabastecidos, con profesionales de la salud maltratados y dirigidos por gente inexperta SÓLO es parte de la solución, pues mientras no exista EDUCACIÓN PARA LA SALUD y PREVENCIÓN será imposible que los nosocomios reciban a tanta gente como ha ocurrido en estas pocas semanas. Pero para que la gente cuide su salud, coma sano, haga ejercicio y tenga constantes medidas profilácticas debió tener una FORMACIÓN EDUCATIVA acorde con estos fines. Las escuelas, los colegios, muchas universidades y los hogares se han preocupado por enseñarles cosas y cosas a los chicos, pero han dejado de lado su formación como SERES HUMANOS. Los políticos que elegimos son producto de las mismas taras sociales y por ello escasamente responden a crisis como las actuales. Nos hemos esforzado por formar grandes médicos, y los tenemos, pero no los hemos apoyado para que su desarrollo sirva a la investigación y al mejoramiento continuo. ¿Qué será necesario?
Por otro lado, la educación formal e informal han dejado de lado los valores humanos en la preparación de los nuevos ecuatorianos. Nos inventamos sistemas dizque de “respeto a los derechos del niño y joven” y desautorizamos a los padres, madres y maestros para corregir, para retroalimentar, para ser firmes y castigar. Ahora nos quejamos de que no hay obediencia al toque de queda, que hay desorganización social, que hay perversos en redes sociales emitiendo “fake news”, que no hay cuidados en la familia, que la paciencia se agota, que hay escasa solidaridad con los más necesitados, que no hay respeto a la autoridad, que la honestidad es escasa, todos ellos son VALORES HUMANOS, que los sacamos de la educación en el momento que decidimos elegir a los menos preparados para liderarnos. Y sobre todas las cosas en el momento que decidimos que la Moral y la Ëtica sean temas “anticuados”.
Después de todo este dolor… ¿qué hacemos?. Replantearnos el modelo de país que debemos tener pues me temo que las crisis seguirán existiendo.
Excelente aporte estimado Roberto.. Después de superar esta crisis hay que hacer una profunda evaluación de aquello que está mal y priorizar en Salud y Educación a fin de tener sistemas de salud que respondan mejor a una situación de emergencia sanitaria como la que se vive actualmente y también una sociedad que sea más empática que actúe con mayor consciencia, que sea más humana y con mejores valores.