La famosa pandemia del COVID-19, ha obligado al mundo, a Dios gracias, a dar un paso atrás. No quiero ahora referirme al tema, que ya es comentado mundialmente y hemos visto por Internet escenas de animales que, ante el encierro de los humanos, han comenzado a reaparecer en el mundo.
Quiero referirme, en algunos escritos, a ciertas costumbres y actitudes que han ido desapareciendo de nuestra sociedad, y considero importante que no se pierdan.
Quiero comenzar con la poesía, recordando a uno de los poetas más románticos de comienzos del siglo pasado, Manuel Acuña. Acuña fue un poeta mexicano, estudiante de Medicina. Su poema “Ante un cadáver”, que comienza diciendo: “Y bien, aquí estás ya, sobre la plancha, donde el gran horizonte la ciencia, la extensión de sus límites ensancha…”, muestra su gran amor a la profesión que había elegido. Me permito aquí reproducir su famosa poesía “Nocturno”, que creo que es una de las poesías más famosas de la literatura en español, dedicada a una bella mujer llamada Rosario, de la que se dice que estaba tan enamorado, que fue la causante de su suicidio.
En otra ocasión volveremos a hablar de ella.
Pasemos ahora a la poesía:
NOCTURNO
A ROSARIO
MANUEL ACUÑA
I
Pues bien… Yo necesito
decirte que te adoro,
decirte que te quiero
con todo el corazón,
que es mucho lo que sufro,
que es mucho lo que lloro,
que ya no puedo tanto
y al grito en que te imploro,
te imploro y te hablo en nombre
de mi última ilusión.
II
Yo quiero que tu sepas
que ya hace muchos días
estoy enfermo y pálido
de tanto no dormir,
que ya se han muerto todas
las esperanzas mías,
que están mis noches negras,
tan negras y sombrías
que ya no sé ni donde
se alzaba el porvenir.
III
De noche, cuando pongo
mis sienes en la almohada
y hacia otro mundo quiero
mi espíritu volver,
camino mucho, mucho
y al fin de la jornada,
las sombras de mi madre,
se pierden en la nada
y tu de nuevo vuelves
en mi alma a aparecer.
IV
Comprendo que tus besos
jamás han de ser míos,
comprendo que en tus ojos
no me he de ver jamás,
y te amo y en mis locos
y ardientes desvaríos,
bendigo tus desdenes,
adoro tus desvíos
y en vez de amarte menos,
te quiero mucho más.
V
A veces pienso en darte
mi eterna despedida,
borrarte en mis recuerdos
y hundirte en mi pasión,
mas si es en vano todo
y el alma no te olvida,
¿Qué quieres tú que yo haga,
pedazo de mi vida?,
¿Qué quieres tú que yo haga
con este corazón?
VI
Y luego que ya estaba
concluido tu santuario,
tu lámpara encendida,
tu velo en el altar,
el sol de la mañana
detrás del campanario,
chispeando las antorchas,
humeando el incensario
y abierta allá a lo lejos
la puerta del hogar.
VII
¡Qué hermoso hubiera sido
vivir bajo aquel techo!,
los dos unidos siempre
y amándonos los dos;
tu siempre enamorada,
yo siempre satisfecho,
los dos, una sola alma,
los dos, un solo pecho
y en medio de nosotros
mi madre, como un Dios.
VIII
¡Figúrate que hermosas
las horas de esa vida!,
¡Qué dulce y bello viaje
por una tierra así!,
y yo soñaba en eso
mi santa prometida
y al delirar en eso
con la alma estremecida,
pensaba yo en ser bueno
por ti no más … por ti.
IX
Bien sabe Dios que ese era
mi más hermoso sueño,
mi afán y mi esperanza,
mi dicha y mi placer.
Bien sabe Dios que en nada
cifraba yo mi empeño
sino en amarte mucho
bajo el hogar risueño
que me envolvió en sus brazos
cuando me vio nacer.
X
Esa era mi esperanza…
Mas ya que a sus fulgores
se opone el hondo abismo
que existe entre los dos,
¡Adiós por la vez última,
amor de mis amores!,
la luz de mis tinieblas,
la esencia de mis flores,
mi lira de poeta,
mi juventud… ¡Adiós!
Este bello poema era una de mis canciones favoritas en la voz de los Comanches y de Heleno. Que bueno es documentarse sobre su origen. Gracias.
Este bello poema era una de mis canciones favoritas en la voz de los Comanches y de Heleno. Que bueno es documentarse sobre su origen. Gracias.