24 noviembre, 2024

La Obesidad

Luego de todos los juicios (que son por una ínfima cantidad de delitos), se ha logrado demostrar la mafia que ha dirigido el país por 13 años y más. ¿Pero es acaso el asalto a las arcas del Estado el mayor delito del cuartel que ha gobernado?

Es indudable que la mafia se puso las botas y no tuvo consideración con los pobres del país, que es de largo, la clase más perjudicada por los diferentes asaltos pues, al robarle al Estado, a quien más se perjudica es a los pobres, ya que la falta de dinero estatal, impide que la solidaridad del Estado llegue a mas personas.

Pero este perjuicio ( por más grande que haya sido), no es nada, comparado con el bestial aumento de la burocracia. Cualquier cosa que se le ocurría al gran capo de Tutti capi, lo convertía en un nuevo ministerio o en alguna otra secretarías, institutos, agencias, servicios, concejos, etc. , creando, para cada uno de los nuevos Jefes, un jugoso salario y una serie de puestos más, para poder darles sueldo a todos los amigos del Gobierno, aparte de los demás regalos pasajes viaticos y otras ventajas.

El Estado se hizo exageradamente obeso con la creación de miles de estas nuevas “instituciones” que en nada o en casi nada ayudan al país.

El Gobierno actual, que no es otra cosa que una continuidad del anterior, que se acepta por el pánico de que regresen los otros mafiosos, prefiere cargar a la parte productiva del país con más impuestos, disfrazados de lo que sea, aunque eso signifique la destrucción de la economía del país, a tocar la burocracia dorada, creada por Correa y su banda de mafiosos, ya que el grupo actual sigue siendo (como decía un compañero de Universidad),

“La misma mierda, con distinta mosca”.

Licenciado Moreno, demuestre que usted no es el pelele  idiota que dejó en el poder el poderoso capitán de la banda delictiva que ha asolado el país! Cambie ya su actitud de siervo de esa asquerosa institución y actúe en favor del país y no de los mafiosos con los que usted ha gobernado estos más de  13 años.

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Tanto en Guayaquil cuanto en sus entornos, y desde hace algunos años atrás, nos hemos acostumbrado a deleitarnos con la jocosidad y el humor que nos brinda el teatro callejero.

Soy de las personas que me fascina disfrutar de este tipo de obras, obviamente siempre que en el desenvolvimiento de la misma no se perturben los derechos del espectador; y con mayor razón, siempre que no se vulneren los derechos que los niños tienen al verse obligados a presenciar expresiones corporales a través de escenas que van mas allá de una simple insinuación, y/o escuchar palabras cuyo contenido se entiende que debe estar dirigido exclusivamente a una audiencia de adultos.

Es tremendamente importante sobreentender que siempre que se quiera entretener al público, debe primeramente anteponerse el obvio sentido de censura y elección de dichas expresiones por parte de los actores.

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