Cuando me preguntan sobre los maestros que marcaron mi vida no puedo olvidar de mencionar a mi señorita Violeta, mi maestra de preescolar y primer grado. Es una representación mental que quedó en mi mente subconsciente para siempre y que motiva en mí los pensamientos más hermosos de lo que debe ser quien es delegado por los padres para que forme en la escuela a un niño. Delgada, frágil, firme y dulce, amaba profundamente a sus estudiantes talvez con el amor que se nos enseña en la palabra de Dios que es lo verdadero. Nos amaba simplemente por “existir” y por ser sus niños.
Estoy convencido, ahora que camino las cuatro décadas formando jóvenes tanto en colegio como universidad, que eso es lo que sienten la gran mayoría sino todos aquellos que se dedican con honestidad a formar. Pero entonces… ¿por qué maltratamos tanto a los maestros? ¿Por qué la sociedad entera, la familia, los gobernantes y hasta las autoridades educativas no reconocen el valor que tiene ese ser humano que dedica sus mejores sentimientos, pensamientos y decisiones a niños y jóvenes? Ahora mismo, en plena pandemia, les pedimos que bajen sus sueldos, que paguen su propio internet, que se consigan laptops o teléfonos inteligentes, y luego los culpamos con denuedo porque los niños no aprenden igual usando las plataformas…
Los maestros (as), seres humanos llamados a ser “socios estratégicos” de los padres de familia en escuelas y colegios, en muchas ocasiones encuentran en ellos más bien los primeros contradictores que con injustificadas acusaciones y bajo la premisa “para eso le pago” o “si gana su sueldo de mis impuestos” son desvalorizados frente a los niños y jóvenes contraviniendo una esencial premisa de vida… “los chicos necesitan tener modelos de autoridad en sus maestros”. Si usted como padre o madre, tutor o Director, minimiza esa autoridad el daño moral será para el niño, niña o joven que se está formando. ¿Cuántas veces estimado lector usted asumió esa prepotente actitud frente a un maestro? Y en este punto no intentemos justificar actitudes negativas… mi artículo plantea el reconocimiento a los verdaderos maestros y maestras, no aquellos que entraron al Magisterio ecuatoriano… “porque no había más que hacer”. La vocación es algo excelso y eso nace con el ser humano que escoge tan noble profesión. Y créame amigo, hay muchos, talvez somos la gran mayoría…
En esta etapa de mi vida, educo futuros médicos, me manejo en el último año de estudios de los futuros “galenos”, hombres y mujeres que ya están camino a su plena adultez, pero eso no me impide decirles que los quiero y que los respeto en alto grado, pongo mi mejor esfuerzo porque mis clases –aunque sean por las plataformas- lleguen a su mente y a su intelecto, que sientan que todos tienen mi afecto por encima de cualquier diferencia, que cuentan conmigo en su crecimiento, que cuando acudan a mí podré guiarlos y que investigo y aprendo todos los días por ellos, por su bienestar…
En mi trayectoria he sido Rector de varios de los mejores colegios de Guayaquil y he conocido grandes maestros y maestras. Oro por ellos y los recuerdo en cada uno de los momentos en que nos tocó pelear por un estudiante a veces con su propio padre o madre que lo maltrataba o que lo denigraba, o que simplemente no lo valoraba como ser humano. He visto a esos maestros sufrir por buscar nuevas metodologías para sus chicos, desvelarse por investigar, prepararse para dar sus clases, disculparse haciendo gala de su humanidad y sufrir con el dolor de aquel niño o niña que se enferma… los he visto dolorosamente compartir el tiempo que deben dedicarle a sus propios hijos e hijas por atender a los tuyos… sobrevivir con un sueldo injusto… prepararse a pesar de su escasez económica para ser mejor… mirar con cariño a sus alumnos que se gradúan y jubilarse con el dolor de quien lo arrancan de lo más valioso de su vida… su labor docente… y aún me siguen diciendo que es un “tirapiedra” o que es un vago… o que no le pueden subir los sueldos… o que hay que darles más horas de trabajo… pero si trabajan sin horarios…
Si la pandemia nos ha dejado dos cosas importantes hasta ahora seguramente son: la importancia superlativa de los médicos y los servicios de salud, y la excelsa labor de los maestros, miren ustedes, las dos áreas estratégicas más importantes para el crecimiento social y sin embargo las más agredidas, maltratadas y vilipendiadas por la sociedad y por los gobiernos de turno… sin embargo, seguimos… ¿Por qué? Porque en el fondo sabemos que en cada uno de los niños, niñas y jóvenes que formamos siempre retumbará la frase de la señera película de los años sesenta….“al maestro con cariño…” y en esencia ese será nuestro mejor pago… el cariño y el recuerdo de nuestros estudiantes… ¿verdad?
Solo un artífice del pensamiento y poseedor de una vida entregada a la tarea noble y sublime de inspirar, educar y formar pudo haber escrito en prosa transparente y diáfana la realidad del país profesor en Ecuador
Dice esta casilla «Deja una respuesta» y a veces, como en este caso, la mejor respuesta es una pregunta. Y ya se hizo.
Excelente Dc Roberto Briones, la actitud del docente que no disminuya, los valores aprendidos de la docencia se fortalezca para actuar frente a esta pandemia.