Al fin el Gobierno tomó una decisión firme sobre la pandemia que asoló el mundo! Luego de innumerables errores y metidas de pata al fin logró algo positivo. Creó el sistema de número de placas para tratar de evitar el abuso de los sapos vivos y evitar la salida de la gente rompiendo la cuarentena, pero las palancas y las falsificaciones rompieron la buena intención. Creó el sistema de semáforo (rojo, amarillo y verde) para ir permitiendo la salida, y para evitar conflictos, lo puso a que sea manejado por los Municipios. Espero que los Ciudadanos sean conscientes y respeten su vida.
Pero me temo que hay un problema mental, que debe ser arreglado. Los pensamientos y las órdenes deben ir cambiando de acuerdo a la necesidad y a lo que se va haciendo.
El sistema de placas, al comienzo riguroso, a Dios gracias, luego se aflojó un poco. Ahora, hemos pasado a semáforo amarillo en el Gran Guayaquil (Guayaquil, Samborondon y Daule), y ya empiezan a abrir algunos Centros Comerciales y negocios, con la estupidez latina de nuestro pueblo, que no respeta distancias, ni órdenes (como el uso de mascarillas), y ya puede la gente (deberia ser, con prudencia) salir a hacer lo elemental, sin abusar.
Pero se olvidan de algo fundamental: la forma de salir. Al menos en Guayaquil, no tenemos las limitaciones de la Capital de Pico y Placa, que en Quito es obligatoria por la cantidad de automotores, no por número de habitantes (en Guayaquil somos más), sino por el nivel económico dado por la burocracia.
Pero con la restricción de número de placas, no se puede, ya que los usuarios no pueden salir cualquier día laborable, sino el día en que les toca, de acuerdo al número de placa, o deben hacerlo en transporte público (con más riesgo de contagio).
Creo que al pasar de rojo a amarillo, debería desaparecer el número de placa.
De acuerdo es realmente estupido seguir con la restricción vehicular, el movilizarse en transporte público cualquiera que sea implica más riesgo de contagio.