21 noviembre, 2024

“Sálvese el que pueda llego la peste”

…Por Rodolfo Pérez Pimentel

Después de leer el artículo, con el título señalado arriba, autoría del gran historiador Rodolfo Pérez Pimentel, en “Memorias porteñas” de Diario Expreso -3520- que recomiendo leerlo-

Casi diría que la tragedia que vivimos hoy, como pandemia mundial, es el reprise de la que se vivió en el siglo pasado, bajo algunas circunstancias análogas.

– ¿Quién sabe si no fue también mundial? -Era la época sin medios de comunicación, como los que tenemos ahora, en que todo se conoce al tiempo en que suceden -Siglo XXI-.

Hay que seguir la lectura de dichas memorias e ir comparando similitudes en algunas circunstancias presentes, por supuesto muy pocas, ya que un artículo es insuficiente para señalarlas todas.

Ejemplo: -Se habilitó nuevo hospital en la cárcel… 

-Muerte de médicos y autoridades en los hospitales…

-Multas que ponía Rocafuerte, como gobernador de la ciudad, a la gente que no obedecía las órdenes dadas, etc., etc….

Al señalar solo unas de las analogías de dicho artículo traigo a mi memoria, la estudiada en mi niñez en la Historia de L.N.S. sobre la “tal peste amarilla” que azotó a Guayaquil; en lo concerniente a las victimas decía -Los muertos amontonados, uno sobre otro, eran trasladados en carretas tiradas por mulares, para ser arrojadas a la fosa común- ¿? ¿?.

Como igualmente las causas por las que Guayaquil era la victima de tal endemia -por estar situada a la entrada del Golfo de Guayaquil-, al que llegaban barcos de todas partes, incluso con capitanes y tripulantes que pudieron traer la enfermedad y al morir echaban sus restos al mar, de donde entraba “la plaga” a la ciudad.

Y hoy, por este mismo Guayaquil, parte del Ecuador que como todos los países del mundo: con pistas de aterrizajes, carreteras intercontinentales, cielos y puertos abiertos, con sus millones de transeúntes de todos los continentes, sufre la terrible pandemia del coronavirus.

¡Juntemos nuestras fuerzas, para que al tiempo de cumplir las normas de subsistencia, logren los científicos, que ya están trabajando, encontrar pronto la vacuna para neutralizarla…! 

“Por la paz del mundo”

 

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Parodiando a Saint Just, en plena revolución de 1789 en Francia, que advierte: “el crimen es la monarquía!”, con lo que da paso a la sentencia, sin remisión, de su muerte, podría, como alcance actual, decirse que “el crimen es el poder!”. ¿O es que el poder, como tal, en esencia, no es violencia en su propia naturaleza? ¿No es, además, una invitación permanente a la discrecionalidad y en este hacer, promover la voluntad de la injusticia? Con el poder, y más susceptible en tanto expresión económica o política, los otros serán siempre los culpables… Y cuando hay culpa hay castigo. Y todo castigo emanado del poder busca la liquidación del castigado no su enmienda o rehabilitación. ¿Contradicción? No! Porque no existe la falta en el culpado. Lo que hay es el no reconocimiento de la inocencia desde el poder. Todo es agravado cuando el poder expresa su presencia desde el Estado y este, según sus perspectivas, convoca más o menos violencia según sea declarado protector, de servicios, autoritario, fiscalista, paternalista, etc. Para Max Weber, incluso, “el Estado moderno no es más que una asociación de dominación con carácter institucional que ha logrado monopolizar la violencia física, para uso exclusivo”. ¿Qué pasa, entonces, cuando esta potencialidad de la violencia es guiada, administrada, liderada por una patología ideológica? Promueve de una parte el cinismo, la corrupción y el crimen y de otra, busca y obtiene a la fuerza su legitimidad!.

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