La Justicia, siempre fue ciega desde siglos atrás, se la identificó como una “bella mujer”, de pie, que tenía en una de sus manos, una espada, porque la justicia, cuando actúa como tal, es dura en sus fallos, en la otra, sostenía un balanza, con dos plantillas, donde se equilibra o no, con los pesos o contrapezas de los argumentos de las partes, inclinándose a favor de quienes sostenían los mejores argumentos o presentaban las pruebas, que llevaban al juez, al convencimiento de darle la razón al que la tenía, en el proceso.
Pero, curiosamente, aquella dama, tenía los ojos vendados, porque la Justicia, no tiene ojos, para ninguna otra cosa, que no sea lo que aparece, con pruebas y argumentos, en el proceso.
Los Jueces, son ciegos, solo ven, lo que las partes han demostrado en el proceso, sin perjuicio de su “RATIO LEGIS”, que es su criterio personal, en tal juicio, LLEGANDO A SUS CONCLUSIONES, en ocasiones, ayudado por PERITOS y otros elementos judiciales, como la Jurisprudencia, los fallos de caso análogos, en los pronunciamientos de los estudiosos del derecho, y en la jurisprudencia, que le sirven de ayuda para administrar justicia.
La JUSTICIA, más que de leyes justas y clarísimos procedimientos, es cuestión de hombres honestos, en el arte de Administrar Justicia.
Arte, que no es facultad de todos los hombres, ni siquiera de los profesionales del Derecho y de los más entendidos en estos temas, sino, DE AQUELLOS JURISTAS, que tienen una cierta experiencia y de cierto EXPERTISE, para asumir esta profesión, de administrar justicia, que en palabras del Dr. Jaime Ortega Trujillo, “es una actuación casi ”DIVINA”.
No nos alarmemos, entonces, cuando oigamos que la justicia es CIEGA.
Si, debemos alarmarnos, cuando algunos jueces, se consideran SORDOS, que no es una virtud, sino una discapacidad, que hoy está de moda, de declararse sordo, para lucrar de ella. LA(S) DISCAPACIDAD(ES), les permite por ley, A QUIENES LA TIENEN, algunos beneficios personales, dependIendo del porcentaje de discapacidad: Mental, corporal y de movilidad, que la Ley les CONCEDE de determinados privilegios.
Lo otro, por una falsificación DEL DOCUMENTO, es un delito atroz.