21 noviembre, 2024

¡Sí al cambio político y económico!

Anhelo que el título ofrecido, capte vuestro interés por leer este artículo.  Todo político en campaña propone cambios para mejorar nuestro nivel de vida.  Confiamos que ningún candidato mienta, al presentar las mismas promesas incumplidas por presidentes anteriores.  Escrito mentir, porque no existe almuerzo gratis en la economía, como para que un presidenciable ofrezca mejor bienestar de vida, si ese cambio no proviene de ti mismo.  En cada ocasión que el estado “obsequia” algo a un ciudadano, a otro le sacan dinero a través de los impuestos.  Nos surge entonces la pregunta: ¿Cuál es la solución si el estado al quitar a los ricos no entrega el dinero a los más necesitados, porque se lo roba la burocracia?: la repuesta a esta interrogante es que el estado no participe en la actividad económica.  

Se han preguntado si algún burócrata predijo la pandemia, o acaso puede vaticinar cuantos zapatos tu familia demanda al año, o cuáles son tus preferencias en comida, educación, deporte, etc.  Definitivamente no, ya que el estado central a la hora de planificar con variables y estimaciones a futuro tendrá altas posibilidades de que lo esperado no se cumpla. ¿Por qué? Porque la economía es dinámica, no estática como lo es el papel.  Recordemos el argot popular: “El papel aguanta todo”.  Por eso, preexiste tanta desilusión política en las sociedades latinoamericanas.  

El problema lo creamos nosotros como ciudadanos. Nos hemos acostumbrados a exigir que los políticos nos “regalen” todo y vamos de tumbo en tumbo con la esperanza deshecha.  De allí la mentira constante de los candidatos para atraer el voto…diciéndonos lo que queremos oír.  Ningún candidato te dice voy a achicar el tamaño del estado para no tener que cobrarte más impuestos y de esa manera serás libre con el dinero que ganas, esfuerzo de tu trabajo, sintiéndote orgulloso de gastarlo en lo que te venga en gana: educación, salud, alimentación, turismo, vicios, lujos, etc.  Empero, si te lo ofrecieron en campaña, cuando llegan al poder, el statu quo de la burocracia absorbe al nuevo gobernante con mentiras de que la reducción del tamaño compromete a las fuerzas armadas, educadores y trabajadores de la salud. Todas esas afirmaciones burocráticas son mentiras, porque todo es perfectible en la vida, de lo contrario, no hubiese países con mejores tasas de crecimiento y estándares de vida de las que aspira el Ecuador.

Una vez explicado mi anhelo en términos económicos para el país, pregunto: ¿Está usted de acuerdo con la falta de libertades políticas implantadas en la constitución donde se impone el centralismo?  Si no está de acuerdo es el momento de proponer un nuevo sistema político que satisfaga a cada una de las regiones.  Ese sistema se llama federalismo.  En otras palabras, las regiones o provincias tendrían su propia autonomía y pudieran planificar sus futuros sin que el estado central interfiera.  

Contrario a lo que se piensa, un sistema de gobierno federal es solidario porque paga impuestos al estado a cambio de seguridad, diplomacia y temas de interés general, reclama lo que te pertenece como región y libera a las regiones de las decisiones burocráticas del centralismo. 

Respetando la constitución, el gobernante tiene la obligación de proporcionar seguridad para que los habitantes desarrollen bienestar para sus familias en todas las regiones del país, cosa que no sucede en sistema político actual. 

Las debilidades del sistema político centralista -unitario- ha quedado evidenciado en crisis de razonamiento eléctrico del pasado, donde a quienes habitamos en la costa, nos pedían bañarnos con agua helada, en la repartición de becas, en la distribución de la salud, educación, etc.  Es una lista interminable de hechos que se repiten a lo largo y ancho del país.

Ecuador, país diverso en costumbres por su variada geografía y étnica, obliga que los mandatarios deban gobernar con diversidad de criterios en procura de satisfacer a todos. Esto, sin contar que los recursos seccionales para municipios y prefecturas están a merced de simpatías con el gobierno de turno. Otro de los problemas existentes.

Aplicando las autonomías regionales o provincias a través del federalismo, pudiéramos decir que el ciudadano del oriente recibe lo justo por la riqueza petrolera; el guayasense quedaría más satisfecho al ver que sus aportes tributarios se quedan en inversión; el galapagueño se sentiría con mayor derecho de defender la ecología de las islas, con decisiones de interés general para sus habitantes, sin rogar que le devuelvan el “Solitario George” o autoricen desde la capital los vuelos internacionales hacia las islas; el manabita pudiera proyectar su desarrollo hacia el exterior por tener puerto de aguas profundas y aeropuerto; el turismo ecológico o minería en las provincias de Carchi, Cañar, Azuay, etc. sería de potestad de sus habitantes, ya que sus beneficios llegarían de manera directa. 

En fin, pudiéramos nombrar todas las provincias o regiones del Ecuador y encontrar diversidad de ventajas que poseen cada una, con la finalidad de que lo recaudado se quede en cada provincia federada, acompañado de planes de desarrollo que crean bienestar para sus ciudadanos. 

A mi criterio, no va más el modelo político centralista del Ecuador.  Este es el momento de proponer cambios en el venidero proceso electoral.  En las próximas elecciones presidenciales, mi voto es para el candidato que proponga el federalismo, ya lo decidí.  No voy por “caballo ganador”.

 

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En la enciclica “Paz en la Tierra” el Papa Juan XXIII dice lo siguiente:

“No faltan en la realidad hombres magnánimos que, antes situaciones que concuerdan poco o nada con las exigencias de la justicia, se sienten encendidos por un deseo de reforma total y se lanzan a ella con tal ímpetu que casi parece una revolución política”

“Queremos que estos hombres tengan presente que el crecimiento paulatino de todas las cosas es una ley impuesta por la naturaleza y que, por tanto, en el campo de las instituciones humana no puede lograrse mejora alguna si no es partiendo paso a paso desde el interior de las instituciones. Es éste precisamente el aviso que da nuestro predecesor, de feliz memoria, Pío XII, con las siguientes palabras: “No en la revolución, sino en una evolución concorde, están la salvación la justicia. La violencia jamás ha hecho otra cosa que destruir, no edificar; encender las pasiones, no calmaras; aculumar odio y escombros, no hacer fraternizar a los contendientes y ha precipitado a los hombres y a los partidos a la dura necesidad de reconstruir lentamente, después de pruebas dolorosas, sobre los destrozos de la discordia”. ”. (párrafo 162)

2 comentarios

  1. Muy bien Sr. Faidutti, por esa propuesta, para el próximo presidente, coincido con usted. Siga emitiendo artículos relacionados al federalismo, y así acabar con el centralismo, que siempre se deja la mayor parte del pastel de los impuestos.

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