Es la palabra correcta para describir los problemas a los que nos han llevado las autoridades de este Gobierno y del anterior.
¡La conchudez es la expresión sublime de la desvergüenza! Cuando se lleva al máximo el cinismo y se tiene las agallas suficientes para creer que se puede seguir engañando a la gente, porque tenemos un grupo de “retratados mensuales” que nos siguen aclamando, gente que es demasiado bruta y a la que se la puede seguir engañando, porque son como las gallinas de Stalin, que no les importa que los desplumen con un dolor bestial, con tal que les den un mendrugo de pan o un grano de maíz.
El problema se ha agudizado ya desde hace algunos años gracias a los bonos, que prefiero llamarlos bonos de la ignorancia, porque son los bonos que recibe el pueblo para ser obligado a seguir en la miseria, porque les quitan todo, su dignidad, su trabajo, su afán de progreso, su libertad.
La verborragia y la desfachatez para mentir y para prometer lo que no se va a cumplir, hace que su cinismo ya raye en la conchudez de creer que el pueblo los adora. El pueblo está con ellos por los granos de maíz que caen al suelo, por el sándwich y la cola que les regalan, por el billete que les dan por asistir a los mítines. Se inscriben en los Partidos políticos por beneficios que ofrecen, no porque crean en ideologías.
No es que estoy en contra de los bonos, pero sí creo que hay mañosería en la selección y distribución. No culpo a la gente, culpo a los que eligen, porque allí es donde se hacen las trampas. El pueblo es criminalmente despreciado, el que no tiene padrino, queda moro. Conozco personas que reciben dos y hasta tres bonos y muchos que necesitan el bono y no reciben nada.
¡La conchudez es una de las nuevas adquisiciones de la política nacional! ¡La desvergüenza ha pasado a ser una eficaz forma de conseguir votos y de lograr llegar al poder!