21 noviembre, 2024

La zurda guayaquileña

‘‘El estado no ve sino comunistas y peligrosos opositores en cualquier persona inquieta o pensante’’ El olvido que seremos — Héctor Abad Faciolince

Soy de izquierda. Creo en la igualdad social dentro de una democracia liberal, y supongo que esto me coloca la etiqueta de socialdemócrata. Estoy segura de todo esto hasta que entro a twitter y el absolutismo de los usuarios me golpea y empuja a escoger entre blanco o negro, entre aliada y enemiga, entre compañera y ‘esa estúpida’.

Soy de izquierda pero nunca he sido ‘suficiente’ izquierda para ciertas personas que afirman que mi ciudadanía es contraria a lo que puedo creer. Me dijeron en una reunión en Quito, hace un par de años: ‘raro una guayaquileña de izquierda, es que nunca van a entender…’. Corrí a contarle a mi mejor amiga. De lo absurdo. Cuando el mismo hecho de nacer en una de las ciudades con mayor desigualdad social me empuja a abrazar mis ideales y a protestar contra quienes creen que es una hacienda donde solo puede mandar uno y el que grita más fuerte. Cuando hablo contra el centralismo, la izquierda me regresa a ver con la misma repulsión que la derecha cuando hablo de derechos humanos.

Para la derecha y los libertarios guayaquileños, soy la progre. Y con esto no tengo ningún problema porque progresista soy. En el altercado de octubre, condené la represión hacia los manifestantes, la marcha absurda que se realizó en Guayaquil donde su portavoz fue Bucaram, y la pésima comunicación y manejo de crisis del Gobierno Nacional. Me escribían a anunciar los unfollows por ‘correísta’. También señalé los errores de los dirigentes indígenas, y comenté que la comunicación de Otto era acertada en comparación del presidente. Unfollows por traidora.

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Mi aversión hacia el partido socialcristiano es la misma que éste tiene hacia las áreas verdes y ciertos derechos humanos. Cuando era adolescente presencié una paliza frente al municipio de Guayaquil, de un metropolitano a una pareja de comerciantes informales, su hijo con discapacidad estaba un par metros más allá. Cuando le pregunté a ese imbécil uniformado quién era él para hacer eso, me dijo que tenía autorización de la alcaldía y que me queje allá. La historia de los socialcristianos, machista y autoritaria no se olvida nadie.

Tengo amigues y conocidxs socialcristianos. Jóvenes que condenan esa historia y que están dispuestos a cambiar las estructuras de ese partido. Muchos socialcristianos y elementos de CREO, apoyan la descentralización y estoy con ellos en eso. Les doy like y a veces, comparto sus tweets. Y no me siento menos izquierda.

De la misma forma, cuando mis amigas de CREO y Socialcristianas, insisten que existe el feminismo de derecha, con cariño les explico que se puede ser una mujer de derecha que coincide con algunos puntos del feminismo, y es totalmente válido. Pero la derecha consolida las bases que nos oprimen, y mientras ayuden a sostener el patriarcado, lo que se haga arriba es una ‘manita de gato’, el sistema sigue igual. Pum ‘zurda cerrada’. Solo me ofende el cerrada.

Me solidarizo con Pabón y Aguiñaga, por la obvia violencia de género de la que son víctimas. Pum, correísta. Me río con mis amigos de derecha que trabajan en el sector público y que aún no les han pagado, y que de chiste en chiste me dicen que con Correa tenían su sueldo intacto. Pum, super correísta. Le recuerdo a los correístas que su líder fue un conservador a ultranza y que las mujeres, para él, calificábamos como ciudadanos de segunda categoría, que no me gusta la idealización de esta autoridad y que una cosa es creer en su proyecto y otra alabarle cada palabra que diga y cada acción que realice. Pum, libertaria. Esto último ha pasado muy poco y me alegro.

Cuando el proyecto de Correa, muchos años atrás, se dejó de alinear con mis principios progresista, y salió Ruptura como una opción, pensé que podría ser MI opción. Es por eso, que conservo conocidos y algunos panas que también creyeron en esta nueva propuesta. A veces intercambio un par de tweets con los conocidos. Coincidimos en un par de cosas, y en otras no hay duda que no estamos en la misma página. Y muchos saben que soy amiga de militantes. Pum, hablas con traidores.

A veces no sé si encajo en los grupos de izquierda, ni sé si quiero hacerlo. Solo sé que tengo, en diferentes círculos sociales, gente de todas las líneas políticas, con las que mantengo discusiones, consensos, risas, con un café o una cerveza. Comparten mis artículos en twitter, hombres y mujeres de diferentes partidos y les agradezco en público. Esa interacción digital no me convierte automáticamente en parte de su proyecto, o hace que esté — por arte de magia — de acuerdo con sus acciones.

Soy de izquierda y no me pesan los dedos, ni la boca para condenar a la izquierda rancia, tradicional y de élite de este país. Tampoco me pesan las manos para aplaudir y alentar a los nuevos cuadros, a quienes invito a no repetir como loros lo que alguna vez les ‘funcionó’ a esos líderes.

Soy de izquierda. Y las opciones que me presenta la derecha, por más que coincidamos en dos o tres temas, no logra que pueda adherirme de alguna forma en proyectos donde los más pobres siguen siendo pobres y las mujeres no existimos más que para acompañar las ideas de algún patriarca. Tengo memoria de sus discursos.

Soy de izquierda. Y de los libertarios de mi país, con discurso de conservador y que ruega por libertad económica solo para sus panas, ni siquiera puedo mencionar tanto porque se parece mucho a lo que pienso de la derecha, que en un punto supongo es lo mismo. Solo espero que las mujeres que son parte y que creen en el feminismo, recuerden que el feminismo debe ser interseccional y anticlasista, si no están haciendo castillos de arenas que se ven lindos veinte minutos. Ah, una vez me dijeron libertaria por decir que me gustaría que exista un casino en Guayaquil. Puedo estar firmando eso, Lasso(?)

Soy de izquierda, y no sigo, ni pongo en pedestal a ninguna autoridad. Creeré en el proyecto que se presente, apoyaré al que persiga la justicia social y la construcción de un estado de bienestar, que no le tenga miedo a los grupos de poder y donde el progresismo sea base.

Soy de izquierda y aunque twitter dice que no me cree porque a veces doy like y comparto con gente que no es de mi línea política, yo solo quiero un lugar más justo para todos y todas, donde sin violencia el Estado cambie sus prioridades para hacer cambios reales. Y desde chiquita me dicen ‘zurda’ por repetir eso, así que supongo que diga lo que diga twitter, estoy ubicada ahí.

Ps. Una muy buena amiga dice que etiquetarse de izquierda o derecha es obsoleto. Quizá tenga razón. Yo creo que la izquierda -la pensante, la que entiende que no todo es de un día para el otro y que se adapta a las nuevas formas de gobernar- resume mis ideales y apoya mis principios. Entonces: Guayaquileña, feminista y zurda. Juzz Pincay, mucho gusto.

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