¿Qué son los derechos humanos?
“Los derechos humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna de raza, sexo, nacionalidad, origen étnico, lengua, religión o cualquier otra condición. Entre los derechos humanos se incluyen el derecho a la vida y a la libertad; a no estar sometido ni a esclavitud ni a torturas; a la libertad de opinión y de expresión; a la educación y al trabajo, entre otros muchos. Estos derechos corresponden a todas las personas, sin discriminación alguna.”
En realidad, los derechos humanos es lo más racional que ha hecho la humanidad. Todos tenemos los mismos derechos, pero hay un gran vacío en los mismos, puesto que no pueden existir derechos sin obligaciones.
Como católico creyente y practicante estoy consciente y creo profundamente en los derechos de los demás seres humanos. Creo que todos los seres humanos tenemos los mismos derechos, pero también tenemos las mismas obligaciones. La ley del Talión es una ley vengativa. Exigir “ojo por ojo y diente por diente”, implica dejar de ser humano y parecerse al que hizo el daño.
Hay, sin embargo situaciones en las que, si queremos aplicar la lección de Jesús, nos topamos con una muralla insalvable: si alguien viene a matarme, ¿debo dejar que me mate, o tengo el derecho a defenderme, aunque sea matando al otro? Es cuestión de dos vidas: la del que viene a matarme, y la mía.
Mirando hacia otras situaciones, me pregunto: si veo a un desalmado que se roba el dinero del Estado, impidiendo que el Estado ayude, como es su obligación, a los pobres y a los más necesitados, ¿debo quedarme callado, o es mi obligación hacer lo que esté a mi alcance para impedirlo?
Personalmente creo que no puede haber derechos sin obligaciones. El respeto es la base de la convivencia humana. Si yo deseo ser respetado, debo igualmente respetar a los demás. Todo lo que se opone a esta lógica, lleva al abuso y a la imposición de la ley del más fuerte, del más salvaje, del que tiene el poder. Para evitar ese abuso, fueron creados los derechos humanos, y estos mismos derechos son los que, al aplicarse para proteger al asesino, al abusivo, al estafador, al ladrón, nos llevan a defender lo irracional, a defender lo malo, a irnos en contra de lo que deseamos proteger: los derechos humanos.