La Junta de Beneficencia de Guayaquil, fue fundada hace más de 132 años por la necesidad imperiosa de proteger a los habitantes de Guayaquil y de todo el Ecuador, que necesitaban ayuda. Para el Gobierno Central, el Ecuador tenía una sola Ciudad: Quito. Guayaquil, Ciudad más grande y de importancia económica, no existía. Los únicos Ciudadanos que podían recibir atención sanitaria, eran los de la Capital. El clima tropical favorece las epidemias. Los muertos, por Viruela y varias plagas más, tenían dificultades, hasta para ser enterrados. Esto hizo que el Municipio, dirigido por Don Francisco Campos, resolviera crear una Junta de guayaquileños notables para que administraran estos servicios. Ayuda no sólo en el aspecto médico, también en sepelios, asilos para mayores, para abandonados, para los loquitos y los necesitados y para ayudar al país en la educación.
Ahora, ante la necesidad de infraestructura médica completa, pues el Gobierno se comprometió a dar salud gratuita a todos los habitantes, pidió la colaboración de la red complementaria de Salud, que incluye a la Junta de Beneficencia de Guayaquil, ya que era imposible que el Gobierno de atención médica gratuita a todos, porque su capacidad era muy limitada e iba a ser imposible la atención de la demanda.
Ahí vino la segunda parte: El Gobierno puso el precio que iba a pagar por las atenciones de acuerdo con el costo de cada una. Ese valor, luego fue reducido una vez en un 15%, con lo que se empezó a subvencionar al Estado. porque pensaban que era muy alto (cuando era más bien un poco bajo). Luego hubo otra reducción del 30% más. La situación se puso crítica, y mucho más, cuando con todo esto, el IESS comenzó a no pagar las planillas. El MSP también empezó a atrasarse con los pagos. Esta falta de pago, quiebra a cualquier Empresa ya que, para funcionar, necesita liquidez. Es imposible pagar salarios a más de 10.000 empleados, si no hay dinero.
La Junta se vio en la obligación de hacer préstamos y volver a reducir el personal, porque con la magnitud de casos que se atendían, la Junta se vio obligada a aumentar el número de empleados y luego, con la falta de pacientes, porque al aumentar la infraestructura, necesitaban derivar menos pacientes obligó a la Junta, a despedir personal, causando un tremendo problema social y un gasto fuerte extra, al tener que pagar los despidos. No había dinero ni para pagar los salarios, ni a los proveedores de insumos y medicinas. Hubo que hacer préstamos para pagar a sus empleados y que pedir a los que vendían los insumos y medicinas, arreglos para poder seguir trabajando.
Otro problema más: La irresponsabilidad del Gobierno con las facturas enviadas. Como estas se acumulaban y pedían más y más revisiones, hubo algunas planillas que fueron comidas por ratones o ensuciadas con sus excrementos y algunas desaparecían y pedían copias.
¡Las copias no son gratis! El volumen del gasto en fotocopias es bien alto, y por supuesto, no reconocido.
O sea que, al precio subvencionado de los tratamientos
(perdiendo dinero al dar las atenciones), hay que añadir las pérdidas por el pago de capital más intereses a los bancos, de la renegociación con los proveedores de insumos y medicinas, y el precio de las fotocopias y las copias extra para poder cobrar. Debería haber un sistema más sencillo para presentar y cobrar las planillas. Hay planillas impagas desde el 2012 (ocho años). Desde el comienzo, el IESS no cuenta con suficientes auditores, lo que hace que se retasen en los pagos, y esto perjudica enormemente a la Junta.