La personalidad y conocimientos de Rocafuerte lo hicieron incursionar en múltiples campos intelectuales. Le interesaba la política, tecnología, economía, religión, etc. Él no estuvo en Guayaquil el 9 octubre de 1820, pero una década atrás ya hablaba sobre ella. Su breve estadía en las Cortes ordinarias en España en 1814 dio la oportunidad a Olmedo para mantener tertulias con otros liberales. Rocafuerte había estado en Londres reunido con conspiradores de otros países y viajado hasta Rusia con los hermanos Fagoaga, mecenas mejicanos que habían financiado publicaciones de Mirada. Juan José Flores lo ofendió cuando le dijo que él no había hecho nada por la Independencia y de allí debe haber salido la afirmación de un historiador quiteño que mientras en Ecuador peleaban por la libertad, Rocafuerte se paseaba por el mundo. Oportunamente lo desmentí.
Vicente Rocafuerte conoció a miembros de la realeza de países europeos, altos funcionarios del gobierno inglés, próceres e intelectuales de la Independencia de Hispanoamérica en Londres, Filadelfia, Méjico y Habana. Entre los personajes se encontraba José Canga Arguelles, español, abogado y matemático, tuvo una vida muy variada y agitada. Fue contador del ejército español, diputado, Ministro de Hacienda en dos ocasiones, participó en las Cortes de Cádiz donde debió conocer a Olmedo y Rocafuerte, estuvo en prisión, en 1821 publicó, Memorias sobre el Estado de Hacienda Pública. Se exiló en Londres desde 1824.
Rocafuerte estaba al día de todo lo que ocurría en Gran Bretaña y resto de Europa, como las transformaciones tecnológicas originadas en la Revolución Industrial y el surgimiento de nuevos pensamientos económicos. Era innato en él difundir toda clase de información que llegaba a sus manos a las jóvenes repúblicas latinoamericanas. El 30 de julio de 1824, Rocafuerte le envió una extensa carta, dirigiéndose a él como amigo y compañero. ¿Por qué habrá usado el segundo calificativo? ¿Por haber sido ambos diputados en Cádiz o por qué pertenecían a la misma logia masónica? En la carta le hizo una recomendación: “Ya sabe Usted la escasez que hay entre nosotros de verdaderos conocimientos de economía política. Si en sus momentos de ocio, usted dedicara su atención a un objeto tan importante Usted haría un distinguido servicio a la causa de la libertad: contribuyendo a esparcir verdades muy conducentes al buen orden y estabilidad de los gobiernos. No basta estudiar abstractamente al Smith, al Say, al Ricardo y Storch; es preciso aplicar los principios de esta ciencia moderna al giro de los negocios políticos, al arreglo liberal del comercio, al repartimiento de contribuciones y utilidad de empréstitos”.
En su biblioteca Rocafuerte tenía libros de economía y otras ciencias; leía todo lo que le interesaba para estar informado. La economía y tecnología le llamaban la atención por lo que estaba pasando en Gran Bretaña, cuna del capitalismo, nuevo sistema económica, el motor a vapor, la maquinaria, el ferrocarril y demás inventos que transformaron el mundo. De los nombres de economistas mencionados por él, dos eran británicos: Adam Smith, David Ricardo; uno era francés: Jean Baptiste Say y otro ruso-alemán: Heinrich Von Storch. Todos ellos eran pioneros: Smith, padre del libre mercado, competencia, especialización de trabajo, etc. Ricardo, creador de la ventaja comparativa usada en el comercio internacional. Say sostenía que toda oferta crea su propia demanda. En una economía de libre mercado, las empresas no deberían abarrotarse. Storch escribió sobre libre mercado, etapas de desarrollo, capital social y humano e hizo trabajos sobre la teoría del valor.
Continúa Rocafuerte: “Hace pues falta entre nosotros una obra donde se encuentren reunidos los principios más exactos de economía política aplicados al manejo de la hacienda pública. Nadie mejor que usted puede llenar el vacío que deja en la sociedad la carencia de este libro; estoy seguro que la América le recibiría con el mayor aplauso; que la presente generación que está luchando por su independencia, por su libertad, y por el exterminio (en aquel continente) del gótico servilismo, tributaría a Usted su más viva gratitud, complaciéndose en considerarlo como genio del bien…” Canga aceptó el desafío y se dedicó de lleno a escribir el libro tan deseado por Rocafuerte. Le mencionó que era indispensable aprender sobre la verdadera economía. Para Rocafuerte era lo más delicado de manejar y tenía la responsabilidad de “…presentarnos el hilo que nos ha de guiar en el laberinto intrincado de dar a la hacienda pública una excelente organización”.
Canga ya tenía otras obras de temas económicos pero no eran dirigidos a la enseñanza y un año después publicó Elementos de la Ciencia de Hacienda. En su obra explicó que el propósito del libro fue “…corregir la poca formación de los empleados de Hacienda, proporcionándoles un cuadro sistemático de principios y reglas de la hacienda, que les servirá de guía en el desempeño de sus cargos”.
No he encontrado información sobre quién financió la publicación, no pudo ser Cangas, no era persona de recursos económicos. Debió haber sido Rocafuerte quien se hizo famoso por cubrir los costos de publicaciones de libros de otros próceres e intelectuales. Desde 1812 su decisión fue usar su fortuna para causas de las independencias.
Como ecuatorianos que pena que el común y menos aun nuestros estudiantes sepan algo de este insigne guayaquileño que sirvió desde allende tierras a la causa libertaria de América Latina.Los docentes deberíamos estudiar a Don Vicente Rocafuerte y Bejarano en el contexto actual, pues se advierte que era un avanzado para su época y visionario del aspecto público, e ahí su paso por Carondelet entre 1834 a 1838 fue un gobierno de auténtico progreso, ya que sus estudios en Europa lo ayudaron en su vasta formación académica. Su total desprendimiento, férrea voluntad muy rectilínea y convicción de buen cristiano, no católico; fue visa para tener muchos cargos públicos y México le haya nombrado Ministro Plenipotenciario en Inglaterra y haya tenido relación con el Libertador Simón Bolívar.Realcemos su memoria en momentos duros con doble pandemia: la viral y la infame corrupción, a la cual Rocafuerte combatió duramente como en ningún tiempo de la Patria de Eugenio Espejo, José Mejía, Rosa Zárate, JUan Montalvo, Eloy Alfaro, Benjamín Carrión, Dolores Cacuango, y muchos más de esta dolida tierra ecuatoriana, digna de mejor suerte.