El deficiente nivel de credenciales que ostentan los pretendientes a hacerse con la continuidad del poder político nacional solo confirma la vergonzosa realidad de un país golpeado por el populismo en su sistema de partidos y el latrocinio de su clase política. Más de una docena de candidatos presidenciales avalan una cleptocracia con ribetes constitucionalistoides que harían imposible la consecución de un verdadero estado de derecho. El país cuenta con apenas un candidato suficientemente calificado e idóneo para asumir la presidencia y con otros pocos aspirantes con la responsabilidad de liderar una nueva legislatura que borre del mapa a la actual plétora de rebuznantes y diezmadores asambleístas.
La anhelada unión de la tendencia se ha materializado, ¿por qué entonces tanta apesadumbrez? Es que de haberse gestado 4 años antes Nebot hubiera carecido de argumentos para deslegitimar la victoria de Lasso y el país podría haber emprendido su recuperación con un perfil económico menos crítico. En conclusión, el electorado ha sido el trapeador de una manipuladora dirigencia política que discrecionalmente ha decidido su futuro, pero anteponiendo sus propios intereses. La ingenuidad popular se ha extinguido junto con el escaso margen de error de las próximas autoridades. Debemos votar y conminar a que nuestros mandatarios dirijan con responsabilidad a una nación en grave estado de descomposición social. De no poder revertir esta tragedia, el soberano siempre tendrá la última palabra y la calle recogerá su expresión.
El estado se ha transformado en un monstruo, que explota de mala manera a los que trabajan (con un horrendo lugarteniente llamado SRI) para de manera mañosa alimentar a la raza infame de vagos parásitos que medran, repulsivos, del fruto de este atraco. Es tan maligno el sistema, que se nos obliga a elegir a la siguiente camada de réprobos, La solución es la desaparición del estado ladrón, y reemplazarlo por métodos digitales.
Lo que interesa a los «socialistas del siglo XXI» es ganar como sea la mayoría en la asamblea, para que no se cambie la constitución y no se pueda gobernar.
PROTESTO Y EXIJO UNA SATISFACCION PUBLICA POR ASIMILAR A LOS ASAMBLEISTAS CON ESAS NOBLES BESTIAS QUE MERECEN TODO NUESTO RESPETO!!!
Excelente artículo, lo comparto en mis redes.
Avanti Gonzalo.