21 noviembre, 2024

De los errores se aprende: a propósito del inicio del nuevo año escolar de Sierra y Amazonia

Estamos por iniciar el nuevo año escolar 20-21 en la Sierra y Amazonia ecuatoriana.  La dura experiencia de los planteles educativos de la Costa ha servido para aprender de los errores y estar un poco mejor preparados, no solo en nuestro país sino en otros que tienen un calendario escolar parecido al que estamos por inaugurar en próximos días. Y que, por cierto para tales efectos, la oficina de la UNESCO para América Latina y el Caribe ha elaborado un documento muy práctico, que a quienes son educadores les interesará sobre manera (el link es: https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000373868/PDF/373868spa.pdf.multi).

De todas formas, les expresaba en el párrafo anterior, que aprender de los errores cometidos es una de las maneras, aunque no la mejor, de comprender y liderar la educación en el contexto de una pandemia, pero también al inicio una crisis económica-social que no sabremos cuándo terminará y, en el caso particular de Ecuador, de unas próximas elecciones presidenciales y de asambleístas que definirán el fracaso o el éxito para afrontar la grave situación que se viene.

¿De cuáles errores hemos aprendido? Me atrevo a compartir con ustedes una breve lista, no exenta de vacíos y reformulaciones, que estoy seguro ustedes la podrán mejorar.

  1. La tecnología no puede reemplazar la misión de la escuela.  Educar va mucho más allá de saber utilizar las herramientas virtuales en la actividad docente.  Antes de sentarnos por horas frente a un monitor, se necesita por nuestra parte, reflexionar sobre qué se pretende hacer y porqué se lo quiere realizar. Quizá nos confundimos un poco, pensando que la utilización de medios virtuales sin criterio pedagógico, nos pondría en el plano de ofrecer muchas innovaciones pedagógicas y todavía peor, que mejoraría el aprendizaje de los estudiantes.
  2. La enseñanza deberá ser más flexible, ¡si es que lo ha sido antes!  Ahora en muchos casos dependemos del trabajo autónomo del estudiante.  Una institución rígida sin capacidad de adaptarse rápidamente y parcelada en tiempos, con docentes individualizados y por asignaturas específicas, va en sentido contrario al futuro de la docencia que ha obligado a encarar el COVID-19.
  3. Los docentes hemos tenido que precipitadamente aprender nuevas cosas a las que muchos de nosotros no hemos querido vincular -por temor, inseguridad o falta de compromiso- con la didáctica de nuestra asignatura.  Me refiero a lo que se llaman habilidades blandas y que son igual de importantes que el solo conocimiento. Por ejemplo: aprender a comunicarnos asertivamente con nuestros estudiantes y los padres de familia, trabajar más en equipo y pensar como parte de un grupo y no como un lobo solitario.
  4. La tarea de educar se volvió más exigente y saltó fuera de las aulas y de los horarios.  Antes lo sabíamos y muchos de nosotros asumimos el compromiso firme de seguir siendo educadores dentro y fuera de clase.  En un mundo interconectado, quizá ahora, esta actitud se ha visto más exigida y por tanto más valorada por nosotros mismos y particularmente por nuestros estudiantes y sus familias.
  5. Y finalmente, el replantearnos ciertos términos que han surgido con motivo del COVID-19 y que sinceramente, representan todo lo contrario a lo que intentamos hacer. Por ejemplo, “educación a distancia” cuando en realidad lo que queremos transmitirles a nuestros estudiantes es que, aunque ellos estén en sus casas confinados, para sus profesores las distancias no existen y estamos juntos, de lado de ellos.  Otro ejemplo, “educación no presencial” si ahora es cuando más presentes están ellos, igual que los docentes, en el acto educativo. Luego de la clase por “zoom” siguen las interacciones por mensajes de texto, emails y redes sociales.  Y el último, “currículo integrador”, es decir que se podría interpretar que antes estaba desintegrado y no habíamos caído en cuenta de ello. Lo cual, en efecto, es cierto y ha tenido que venir una pandemia a enseñarnos que las matemáticas por sí solas no existen, si no van de la mano de la lectura, las ciencias de la naturaleza, la filosofía, la fe y las virtudes.  

Es así, de los errores se aprende. O, mejor dicho, como a veces se aprende para la vida.

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4 comentarios

  1. Excelente artículo, muy valiosas opiniones y nos ayuda a mirar la realidad educativa actual desde varias perspectivas.
    Felicitaciones Hno Ricardo

  2. Muy acertado su análisis sobre la educación Hno. Ricardo en tiempo de pandemia, la verdad es que cómo padre de familia , antes de la pandemia la mayor parte de responsabilidad recaía sobre los colegios y por ende los profesores o tutores, ahora desde la casa es qué hay que formar una mancuerna en pro de nuestros chicos y cómo bien dice jamás hemos estado tan Unidos profesores, estudiantes y padres de familia , en fin es un nuevo reto a vencer hasta regresar a las aulas, porque los chicos en verdad necesitan de ese espacio llamado colegio para su desarrollo no sólo cognitivo sino social, buenas tardes

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