He visto, con estupor, una carta dirigida al Excelentísimo Monseñor Luis Gerardo Cabrera Herrera Arzobispo de Guayaquil firmada por: SRM, SMA, SJO, MSV, RFP, MP. Feligresía de Guayaquil y Samborondón Grupo de adoradoras, y con copia a prácticamente toda la Iglesia Católica del Ecuador.
Antes de continuar, pido al excelentísimo Señor Arzobispo perdón por las ofensas vertidas en esta carta de reclamo, que estoy seguro que el mismo Padre Carlos Reinoso Murillo, debe estar sufriendo de vergüenza por la forma malcriada y descortés con que se trata a la autoridad eclesiástica de Guayaquil, por parte de este grupo de bien intencionadas, pero equivocadas feligreses católicos, que han enviado la carta.
El fanatismo no puede, ni debe formar parte del pensamiento del ser humano. Nos estamos olvidando de lo elemental, que es el respeto. La Iglesia católica tiene una jerarquía que debe obligadamente ser respetada. Oímos mucho cómo algunos ingenuos despotrican contra el Papa Francisco y entonces ahora ya, grupos de fieles, se sienten con ínfulas para discutir las decisiones eclesiásticas también.
Esto nos está llevando a un punto de intolerancia, en el que nos creemos con derecho a discutir las decisiones que toman los que tienen que tomar las decisiones. No niego que alguna vez puede la autoridad equivocarse, pero eso no nos da derecho a cuestionar y menos a emplazar a la autoridad y reclamarle. Algunas veces la Iglesia Católica ha cometido errores y siempre al rectificarlos ha salido triunfante y más fortalecida.
Pido a los autores de esta carta que recapaciten y pidan disculpas al Señor Arzobispo por la grosera carta de reclamo y que aprendan a aceptar las decisiones que toman las Autoridades. Debemos comprender que no somos dueños de la verdad.
Con la falta de respeto a los Derechos Humanos, la gente ha perdido el respeto a la autoridad. Todos se creen con derecho a cuestionar todo.
Creo que hay que reflexionar y enderezar el camino del respeto a la autoridad, a las normas éticas y morales, y no imitar a los desaforados que se creen con derecho a todo lo que quieren.
Estoy seguro que nuestro Arzobispo ya ha perdonado esa carta, y espero que los feligreses comprendamos que hay que respetar las decisiones que son tomadas por las autoridades.
totalmente de acuerdo contigo Jose Fernando
Totalmente de acuerdo. Ya lo decía San Pablo, hagamos lo que hagamos, si no hay amor, no vale de nada.
Me extraña qe se critique aal Sr. Arzobispo de Guayaquil, desconozco ese texto, pero si tienen dudas de algún procedimiento debería pedirse aclaración, o mayor información, sobre el tema que les preocupa., ya que cualquier persona o Institución puede cometer un error, el cual es solucionable
1 OCTUBRE, 2020
Mi querido Jose Fernando
«El fanatismo no puede, ni debe formar parte del pensamiento del ser humano.»
Esa frase es parte de tu carta Josefeco; yo al leerla completa percibí la idea que caes en el mismo error que criticas.
«Debemos comprender que no somos dueños de la verdad.»
Esa frase también es tuya, pero también aplica a la iglesia . Tu mismo en otra parte reconoces que ha habido errores de la iglesia que, según tu, las ha rectificado cuando reconoció que su verdad no resultó serlo.
Me saltó la inquietud de saber si rectificaron por haber repensado lo resuelto o por las criticas de los feligreses,sin eso es así , sería un desdecir de tus siguientes líneas:
«y espero que los feligreses comprendamos que hay que respetar las decisiones que son tomadas por las autoridades.»
» Debemos comprender que no somos dueños de la verdad.»
¿Solo nosostros lo debemos reconocer , o los prelados también?
«No niego que alguna vez puede la autoridad equivocarse, pero eso no nos da derecho a cuestionar y menos a emplazar a la autoridad y reclamarle.»
Claro que da derecho a los feligreses a cuestionar a los prelados pues tampoco son dueños de la verdad ni los feligreses son gente descriteriada y al cuestionar a los prelados podrían estos y aquellos rectificar si piensan que hay motivos para hacerlo.
Si la la carta de los feligreses fue grosera sería inadecuada, pero que digan lo que sienten es un derecho que la iglesia no puede conculcar prohibiendoles opinar, derecho de dignidad.
Con el respeto y cariño de siempre ,
Jaime Vernaza.