22 noviembre, 2024

¿La honestidad sin consecuencias o el cinismo de la nueva moralidad?

Asistimos a una época extraña viviendo en un mundo de cabeza. 

Es un recuerdo todo lo que encaje en valores, ética y moral. Lo que antes daba vergüenza ahora es parte de la vida, lo que antes era mal visto ahora es actualidad, lo que antes era raro ahora es normal,  cotidiano y hasta cómico. 

Los ladrones mandan y los corruptos reciben apoyo como “gente de bien”, falta que les digan héroes y les hagan monumentos. De hecho, algunos están condecorados. Comparto la idea de que el mundo está loco y de que estamos viviendo “patas arriba”. Encima de esto, si das tu opinión y no es de aprobación “mayoritaria”, te juzgan de “fobia lo que sea”. La opción que queda es ser prudente y callar para sobrevivir al posible linchamiento mediático. 

Hasta la familia ya no es igual, ahora hay “modelos de familia” que antes, pensarlos, hubiese sido inconcebible. No pretendo atacar el estilo de vida de nadie, y concuerdo también con que el que se adapta sobrevive, ¡nadar contra la corriente no es una acción inteligente! Hay que incorporar nuevos conceptos a la idea tradicional de la vida, solo que a veces las incongruencias son tan grandes que cuesta un poco. 

Algo a lo que he pensado, tal vez no me adapte nunca, y quedaré como anticuada, es al robo y a la iniquidad. Yo no soy perfecta ni soy  abogada, así que no me toca hacer juicios sobre nadie, pero la injusticia o gran maldad en el modo de obrar molesta a mi paz interior, en gran medida. Sobre todo por lo que vivimos en el país, parece en serio: “otra realidad”.

Entre otros temas, el machismo, ese mal tan arraigado, es algo que en una sociedad que se da de avanzada, tecnificada, y tolerante ya debió haberse erradicado. Pero aquí seguimos, y de alguna manera, algunas veces somos corresponsables por tapar acciones en post de evitar escándalos. 

El machismo horrible e inaceptable, sigue tan vigente. 

Resulta que hace poco un “líder político” y expresidente de la República, declaró en rueda de prensa, que él tiene once hijos, solo cuatro son de su matrimonio, que él se caso muy bien pero que su esposa, quien no está contenta, se casó con un patán. 

Entre que da risa o perplejidad, si preocupa que ese “modelo” de vida seguro será una bandera para muchos idiotas que como él, valoran poco o nada el papel de una “esposa honorable, una dama en sus vidas. 

El comentario lo hago partiendo de que en el Ecuador no se practica (legalmente) la bigamia ni los hombres tienen un harem. El matrimonio aquí, ahora “igualitario”, sigue siendo entre dos. 

¿En qué nivel estamos? 

Ahora dices “las cosas como son”, dices lo que piensas, lo que sientes, lo que eres, lo que deseas, sin medir las consecuencias de nada. ¡Eres brutalmente honesto!, y, ¿respetuoso?

Mientras la tecnología nos aproxima, la globalización pone al mundo en nuestra mano y el Covid nos pretende dar lecciones de vida con un “distanciamiento social” adecuado, la moral se acaba. 

Seguramente, un día no lejano, amanecerá el mundo con una “nueva moralidad”, parte de la “nueva normalidad”, por la cual ya nada de lo que hemos conocido como bueno y normal será bueno y normal. 

Habrá que hacer un hueco arqueológico a donde vayan a parar los nuevos inadaptados, aquellos que fueron criados con la lógica y ética del ayer y piensan y actúan con normas morales, respetándose y respetando a los otros. Esto con base en la coherencia, no en la perfección. 

El respeto también será desechado y surgirá el reto, el reto a hacer cosas cada vez mas extrañas, con base en una excentricidad loca para llamar la atención y tener mas seguidores y likes en redes sociales. 

Sin duda el Covid, ha abierto mas y mejor el camino que ya otras plagas fueron allanando. 

Los vicios de la humanidad resumidos en los siete pecados capitales se están inscribiendo en las nuevas tablas de la ley, tablas de arcilla al fin y al cabo, se borrarán con el paso del tiempo, el cambio de las eras y de las costumbres. 

Algún día, atisbo yo, volveremos a ser…¿normales?

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