“El hombre es un animal de costumbres”, reza un viejo refrán. En general, la costumbre puede terminar en vicio.
No creo que nadie, cuando siente gusto con lo que hace, esté libre de caer en vicios. La adición, cuando agarra al ser humano, llena tanto, que puede llenar por completo la mente.
En realidad, todo hábito puede convertirse en vicio. Recuerdo que, a mis 15 años, acudíamos al Guayaquil Tennis Club y acostumbrábamos a jugar billar. Fue tanto el hábito, que muchas veces, en la noche, soñaba con carambolas y que, si golpeaba la bola en tal parte, podía lograr tal efecto y conseguir mejores resultados. Para dominarlo, debí dejar de jugar billar.
En mis prácticas como Médico, al hablar con adolescentes, vicios como la masturbación y la pornografía, agarran tanto que, si no se tiene consciencia, puede llevar a la destrucción interna del individuo y si persiste pasada la adolescencia, puede destruir los hogares.
Lo mismo ocurre con el tabaco, las drogas y el alcohol, y puede ocurrir lo mismo con todo lo que hace el individuo. Se habla de los workalcoholic o adictos al trabajo. Aunque este sea un vicio positivo, todo exceso es malo, pues puede interferir negativamente en la vida familiar.
¿Cómo nos damos cuenta de que estamos atrapados en un vicio? Cuando este empieza a interferir con mis labores normales, cuando buscamos llegar al vicio en cuanto podemos, cuando empezamos a diferir otras acciones o actos para darle prioridad a mi vicio.
¿Cómo debemos actuar cuando empezamos a ver que es muy agradable un vicio? En el mismo momento en que te das cuenta de que estás perdiendo el control y el vicio empieza a dominarte, ya estás tarde para evitarlo.
Tú primera acción debe ser buscar por cualquier manera evitar practicarlo, pero sin salir de ese vicio, para entrar en otro. Mientras más lo practicas, más te gusta y más te atrae. El hombre, como dijimos al comienzo, es animal de costumbres.
Uno de los problemas más graves que enfrenta el ser humano al querer dejar un vicio, es la pelea interna consigo mismo. En el momento en que empiezas a buscar excusas para tu vicio, ya estás probando que estás dominado por tu vicio. En realidad, toda costumbre es un vicio. El hombre es vicioso por naturaleza y es sencillo comprenderlo. ¡A todos nos gusta hacer lo que nos agrada!
He oído a mucha gente inteligente decir, por ejemplo: “a mí
me gusta la marihuana y a mí no me afecta. Yo la tengo dominada. Para mí no es un vicio, solamente es un rato de placer y nada más”. Aquí hay dos errores: el primero, es una verdad a medias. Hay el riesgo potencial de que en un momento pierdas el control, y segundo, que te puede llevar a pasar, por simple curiosidad, a otra droga, y ese es el inicio de otro vicio, que potencialmente puede ser mucho más grave que el primero.