No es lógico que siendo el planeta tierra uno de los más pequeños de los trescientas trillones de galaxias del universo, sea el único que tenga vida y también el único lugar donde nació el Mesías.
Dentro de la inconmensurable extensión del cosmos, no es coherente pensar que solo exista un planeta del sistema solar, donde vivió el único dios verdadero.
Si solo en la tierra se apareció el todopoderoso encarnado como un ser humano, entonces sería un ser supremo segregacionista para el resto de las constelaciones.
El creador de todo no puede ser judío, hindú o chino. Sería absurdo que una religión sea la verdadera siendo excluyente para las demás.
No cabe en el pensamiento lógico, la existencia de un Dios que escoja para su nacimiento a un determinado país en desmedro de otros y menos que exista una religión que por verdadera niegue a las otras.
¿Porqué dios nació blanco y barbado?…¿porque no fue mujer?…¿porque no fue negro?…Porqué no fue un indígena de la Amazonía?…
Dios es un solo principio universal eterno y activo…si hubieran varios principios diferentes, se destruirían y si fueran principios iguales serían el mismo principio.
Si todas las religiones tuvieran la verdad, entonces todas serían semi verdades y ninguna tuviera la verdad.
En el año de 1700 AC. Ya existían posturas filosóficas con una visión universal del concepto de Dios.
Los teósofos de ese entonces, tenían un enfoque amplio respecto al problema ideológico que representaba entender las distintas formas de interpretar el concepto del creador.
Estos libres pensadores encontraban la presencia del ser supremo como una respuesta del intelecto humano a su propia necesidad.
Entendían que sólo los seres con la capacidad intelectiva de cuestionar, serían los que buscarían el origen, la identidad y la finalidad del creador.
En esa disquisición hecha por aquellas inteligencias limitadas por su escaso conocimiento, la existencia de un razonamiento superior era irrefutable.
Pensar que Dios no existe constituye una muestra de pobreza intelectual y equivale a poner al hombre en el mismo nivel no razonante de los animales.
La explicación de la vida y quien la originó, debe surgir del propio cuestionamiento y la búsqueda de los porqués de quien lo piensa.
Los animales viven pero no se lo preguntan… el concepto de deidad no tiene importancia para su existencia. Los antiguos sabios ya planteaban la presencia de una fuerza universal única.
Una supremacía creadora y reguladora que al mismo tiempo permitía el libre albedrío de las especies más inteligentes.
A esta fuerza absoluta que a su vez era un único principio, la denominaron Dios para su mejor comprensión.
Desde los tiempos primitivos hasta la actualidad, el concepto de Ser Supremo ha cambiado a través del tiempo por el conocimiento adquirido.
El centro cósmico de la tierra corresponde a la alineación del planeta respecto a los astros del firmamento. En el siglo pasado el centro astral de la tierra estaba en Venezuela y a ese tiempo se lo denominaba la era de piscis.
Hoy el mismo está desplazado hacia Machu Pichu y a partir de 1948 vivimos la era de acuario.
Estos centros cósmicos son lugares donde confluyen las fuerzas del universo y originan cambios en todo lo creado.
El momento histórico en que apareció Jesús correspondía a la era de piscis, que era el tiempo del creer.
Por eso la simbología del pez para la religión católica. Por eso la multiplicación de los peces.
En la era pisciana por el escaso desarrollo cultural y la pobreza del conocimiento, el concepto de Dios era impuesto. Dios era un ser vengativo y lleno de ira que castigaba. La religión se introducía por temor al Creador y el hombre primitivo creía por miedo.
Así, por ejemplo era pecado y una verdad absoluta, que durante la semana santa nadie se podía bañar en el mar porque se convertía en pescado. La ira de todopoderoso y el castigo a todo lo que la iglesia decía que era pecado, le permitían al clero tener un mayor control sobre la gente.
La presencia del miedo, el mito y la leyenda caracteriza este periodo de la humanidad, donde lo que se creía era impuesto y aceptado por la culpa que generaba el contravenir a lo impuesto con terror.
Hoy estamos en la era de acuario y es el tiempo del saber. El conocimiento es lo que caracteriza nuestro momento. Los avances tecnológicos y la informática hacen que lo seres humanos creamos sólo aquello que entendamos.
En la actualidad el concepto del Creador no se impone a base del miedo y es diferente al de la antigüedad.
Hoy se plantea la creencia de que el supremo es una energía o un principio absoluto.
Esta fuerza intelectual ilimitada es el principio y fin de todas las cosas. Las religiones son ópticas para entender este principio.
El creador es el hacedor del universo y su espíritu constituye todo lo creado.
Cuando pequeñas partes de esa energía se individualizan bajo la piel de una persona, nace el ser humano.
Igual situación existe para cualquier otro habitante del cosmos.
Por eso cada ser es parte de Dios y Dios al mismo tiempo.
La individualización de ese gran todo en un ser material, es el ser humano y su libertad es lo que le da su libre albedrío.
El espíritu particularizado bajo una piel, tiene la potestad de vivir libremente y a través de su existencia, debe purificarse para regresar al comienzo de su esencia; que es el espíritu de Dios, del cual proviene.
Al morir el cuerpo físico, el alma se libera y si está purificada vuelve al creador.
Si su grado de purificación está en su máxima expresión, regresará a Dios y vivirá con el eternamente.
Si no se ha purificado, irá al peri espíritu o energía previa a la fuerza universal y se reencarnará las veces que sean necesarias hasta alcanzar su debida purificación.
En éste peri espíritu intermedio, permanecerá hasta volver nuevamente a la vida, para reencarnarse en otro cuerpo físico.
Volverá y regresará tantas veces como sean necesarias, hasta alcanzar el estado de perfeccionamiento adecuado para retornar a Dios.
Por esa razón tantas vidas y tantas reencarnaciones. De ahí que el subconsciente recuerde cosas que el consciente no recuerda.
Por eso la convicción de conocer algo sin haberlo conocido o la sensación de haber estado en un lugar sin haber estado.
Los antiguos maestros decían que las muchas vidas sólo son momentos físicos que se viven sucesivamente hasta llegar a la perfección.
De ahí los karmas que se arrastran de vidas anteriores.
La evolución del espíritu es irreversible.
Partimos de la divinidad con la posibilidad de vivir muchas vidas con el libre determinismo.
En la medida en que alcancemos la purificación a través de la experiencia y el conocimiento regresaremos al comienzo.
Sólo entonces formaremos parte del espíritu universal que en nuestra limitada inteligencia lo denominamos Dios.