Estamos celebrando la Independencia de Guayaquil, aún en medio de esta pandemia mortal que nos azota, como parte del mundo.
Mas, esta ciudad que siempre fue valiente y altiva ¡No puede permanecer inerme!
Y es que Guayaquil con su rebeldía huancavilca, desde sus ancestros de milenios, siempre resistió mil avatares; más aún víctima de la conquista española, de cuyo mestizaje nacieron los hombres que forjaron su libertad colonial; que desde Olmedo, como Diputado de las Cortes de Cádiz habló ya, décadas atrás, de eliminar las mitas y los obrajes a los indígenas, lo que ya significó rebeldía contra la corona española esclavizante.
Entre otros: Bolívar, Sucre, Miranda, O’Higgins, San Martin, Artigas, Febres Cordero, Urdaneta, Roca, Letamendi, Morlas y tantos más, en quienes los principios de libertad, igualdad y fraternidad de la Revolución Francesa, habían calado y fueron los que formaron, igual que esos hombres las logias protestantes en América; que por ser en contra de las monarquías, la iglesia las conjuró al infierno estigmatizándolas como “ateas-poseídas por el demonio” siendo algunos de sus integrantes condenados a la horca o a la hoguera.
Y ya para 1820, en Guayaquil también se había conformado una logia protestante con la Estrella de Guayaquil de gran raigambre político libertaria; en busca de la cual llegaron esos tres hombres expulsados del Perú, del Batallón Numancia, recibidos por Ramón Roca; al tiempo que aprovechando sus conocimientos militares, planearon el golpe entre reuniones tan inflamadas, que Antepara las llamó “Fragua de Vulcano”, ayudado también por “mujeres cómplices libertarias”.
Y el golpe de Independencia de Guayaquil se dio el amanecer del 9 de octubre de 1820, con la estrella reluciente en su bandera celeste y blanco.
Un mes más adelante -Noviembre de 1820- se constituyó la Asamblea que representaría a la Provincia de Guayaquil, que si nos atenemos a su significado histórico-jurídico, fue la 1era. Constitución Política del Ecuador; como igual el inicio a su independencia total en el Pichincha con Sucre en 1822.
Vale transcribir el preámbulo de la proclama octubrina de 1820 de Olmedo. Con vigencia, hoy y siempre:
“¡Guayaquileños¡
La naturaleza ha privilegiado nuestro suelo; mas las leyes, lo habían esterilizado, pero ahora el soplo del germen de libertad empezará a cubrirlos de flores y frutos.
Invoco el orden y unción; ¡sobre todo el amor fraternal!
Americano o español, que ame esta Patria, es nuestro hermano.
La opinión es una y general ¡sostenedla firme! y ¡cerrad la entrada a todas las sugestiones de la cobardía!”
Y hoy 2020, dos siglos después ¡Sigamos guayaquileños!
¡Con la frente en alto, sosteniendo nuestra libertad!
Por la paz del mundo
Gracias por su reseña histórica y sus savias opiniones.
Me gustaría compartirlo, pero no sé si se me permite
Gracias nuevamente distinguida maestra.
Consuelo Sánchez Mazzini.