24 noviembre, 2024

¡Vive… y deja vivir! (Dejen el amarillismo)

Lo que más hace daño en este mundo, es el fanatismo. Impide el pensamiento normal. Me ha dado mucha pena oír comentarios en contra del Santo Padre Francisco, por haber dicho que está de acuerdo con el matrimonio civil homosexual. ¿Es que acaso es un delito ser homosexual? De acuerdo a la Medicina, en los momentos actuales, se considera la homosexualidad una preferencia sexual normal, aunque minoritaria.

¿Qué pecado han cometido los homosexuales (no me refiero en lo religioso), para ser discriminados por la ley? Lo que pide el Santo Padre, es un acto normal de justicia social. Permitir a una pareja que desea vivir dentro de la ley, cómo pareja, con todas las ventajas de las demás parejas, es justo y necesario.

Da pena la pobreza de espíritu en algunos diarios en que, por atraer el morbo, se pone la noticia tratando de crear polémica.

Académicamente, yo me había opuesto a que esa unión reciba el nombre de matrimonio, porque matrimonio viene de matriz, es decir, de útero, porque el matrimonio fue creado para defender a los productos del embarazo, es decir, a los hijos, y propuse MARIMONIO, pero con el nombre que sea, ellos también tienen derecho a preocuparse por su pareja y protegerla.

Aprendamos a tolerarnos unos a otros, y por favor, los medios de comunicación, deben evitar crear escándalos. Hay periódicos y noticieros que sólo destacan los sicariatos, asesinatos, accidentes, femicidios y ponen fotos de mujeres en poses insinuantes y atractivas. Todo esto daña la mente de los jóvenes y logra que las chicas quieran copiar la figura o la atracción.

La carga sexual en el ambiente está destruyendo al mundo, llevando a un materialismo insoportable y convirtiendo al ser humano en otro animal más, incapaz de razonar, que puede actuar, pero no razonar. Se le rinde culto a lo físico, a lo material. Se busca la perfección de la fachada, sin importar que el alma esté corrompida.

¡Despertemos! Después de poco, todo lo material de nuestra vida, desaparecerá. Sólo quedará, para rendir cuentas a Dios, nuestra alma. Será muy triste, no tener nada que presentar, porque el cuerpo, por más lindo que haya sido, será putrefacto. ¡Cultivemos nuestra alma! Hagamos el bien a los demás. Aún estamos a tiempo.

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