¡Mi derecho se acaba dónde empieza tu derecho, y el tuyo se acaba dónde empieza el mío!, debe ser el axioma para todas las relaciones humanas. Me temo que en la forma como están ocurriendo las revueltas, se está perdiendo la sindéresis y la objetividad. El que reclama, siempre tiene las de ganar, sin importar nada lo que haga o destruya en su proceder.
Es cierto que en los Gobiernos impositivos, abusan del poder e imponen su ideología, Si reclamas a la autoridad que quiere imponerse, te expones a la cárcel, o a la muerte, o a llevar una vida insufrible.
Este es el motivo por el que no podemos permitir que eso vuelva a ocurrir. El momento de reclamar es ahora, pero no podemos usar los métodos que emplean ellos. Ellos usan el reclamo con destrucción, el asalto, ellos buscan atentar, desafiar y atacar a la policía y al ejército. Es muy importante no dejarse llevar por la tentación, porque los humanos, descontrolados, podemos y hacemos mucho daño, tanto a las propiedades como a los bienes, tanto comunes (de todos), como de los demás, quienes no tienen culpa de nada.
Hemos visto y sufrido, la forma salvaje como actuaron los manifestantes el mes de Octubre del año pasado, vimos la forma criminal como destruyeron la Capital chilena ese mismo mes. La consigna de los violentos salvajes, que se infiltran en las manifestaciones de reclamo, no tienen nada que ver con el reclamo, ellos buscan destruir, insultar y provocar a los agentes de la ley, para crear el caos y fomentar la destrucción y el saqueo.
Esos agentes son los que deben ser detenidos, enjuiciados y obligados a pagar todo lo que destruyen. Desgraciadamente, como son violentos, muchas veces el Gobierno se queda mudo y no defiende a la ciudadanía, como es su obligación, y los libera, como ocurrió con el grupo de criminales que se infiltró en el movimiento indígena que destruyó nuestra Capital en Octubre del 2019.
Es necesario que los agentes del orden, sean policías, o ejército actúen firmemente a favor de la ciudadanía, encierren a estos delincuentes y no les permita salir antes de que hayan pagado la reparación de todo lo destruido, y hayan cumplido la severa condena que les hayan impuesto.
Estamos permitiendo que los criminales impongan su ley. A lo que vamos a llegar, si no cambiamos la pasividad con la que actuamos, es a la destrucción de las estructuras del derecho y que se imponga la ley del más fuerte.