Se avecinan las elecciones y ya existen candidaturas que causan más de una ilusión, múltiples preocupaciones y hasta rechazo dentro de la sociedad. Acusasiones se escucharán, mucho se sabrá por primera vez, otras sospechas se confirmarán también. Con certeza todos, en mayor o menor medida, con criterio o sin él, expondrán que tienen alguna fórmula para sacar a flote al país, extirpando la corrupción, creando condiciones serias y creíbles o promulgando demagogia, promoviendo la inversión extranjera o intentando estrujar más aún al tejido nacional, bajando impuestos o subiéndolos, etc. Será interesante escuchar de los mercaderes del futuro sus planteamientos sobre seguridad política, fiscal y jurídica; empleo; seguridad social; educación; salud pública; petróleo y minería; FF. AA. y Policía. ¿Tendrán prioridades preestablecidas?
Se podrá cuestionar a los candidatos de múltiples formas, desde qué hicieron y dónde estuvieron los últimos años, si fueron o no aliados de los regímenes anteriores, si ocultan o no intereses supranacionales propios o de terceros, hasta si antepondrían o no sus propios intereses a los del Estado. La lista de válidas interrogantes es larga, pero bastaría una sola que les calzaría a todos por igual. Con una respuesta falsamente negativa eventualmente se comprobaría perjurio.
¿Ha tenido conocimiento de algún acto de corrupción (narcotráfico y lavado de activos incluidos), público y/o privado, entendiéndose como tal aquellos que la sociedad condena, y por el que usted haya mantenido silencio?
No sólo queremos saber sobre las ofertas de ilusiones, sino cómo van a resolver los angustiantes problemas que aquejan a la sociedad, que son muy bien traidos en este artículo. Felicitaciones