Ya se comienza a hablar nuevamente del aeropuerto de Guayaquil. Ya se acabó la discusión entre Daular y Taura.
No conozco todo el intríngulis del asunto y no tengo intereses en nada de ello, pero no logro entender la necesidad de hacer un aeropuerto tan distante de la ciudad.
Guayaquil es una urbe privilegiada. Tiene las mismas características de Boston, porque tiene una hermosísima isla como la Santay frente a la ciudad.
En vez de gastar millones y millones de dólares comprando las tierras para hacer el aeropuerto, para hacer las autopistas, se podría aprovechar que la Isla ya fue comprada por el Gobierno, o por el Municipio y que gran parte de su relleno podría ser resuelto con el urgente dragado del río Guayas, que incluso es obligatorio. Esto abarataría enormemente la obra y nos permitiría tener un aeropuerto seguro, aislado, sin riesgo de invasiones y al pie de la Ciudad y sobre todo sin el riesgo de que, al extenderse la Ciudad, haya riesgo de accidentes, pues no se puede invadir para hacer viviendas, el agua.
Es cierto que muchas personas compraron desde hace tiempo terrenos vecinos para poder especular y ganar con esa inversión, pero también es cierto que pueden usarla para la agricultura. El Ecuador tiene una tierra maravillosa y la estamos desperdiciando. Como ejemplo puedo contar que, cuando estuvimos construyendo una bananera (que ya se vendió hace tiempo) los “moñudos” que contratamos para hacer los canales, acostumbraban comer sandías. Cuando fuimos a sembrar la plantación de banano, tuvimos que colectar antes unas 5.000 sandías, por las pepas de sandía que ellos regaban.
A menos que haya una razón importante, no encuentro, por más que busco, una razón para insistir en hacer el aeropuerto en Daular.