No me parece correcta la forma como se favorece a las ex-autoridades gubernamentales en los juicios que se les sigue por irregularidades en sus funciones.
Indudablemente hay que presumir la inocencia, pero la inocencia del acusado, no la inocencia de todos los ecuatorianos, como para que se crean que una persona acusada, si es culpable y está libre, no va a huir del país, como ya lo han hecho muchos de los acusados que ahora gozan de ser prófugos de la justicia ecuatoriana, mientras el Gobierno aún no recupera ni un centavo de los millones que, de acuerdo con los juicios, deben ser devueltos al Estado.
¿Cuánto ha tenido que dar Rafael Correa a las autoridades en Bélgica, para que luego del juicio y la condena, le den asilo, yéndose contra el pedido del Gobierno ecuatoriano y habiendo trato de reciprocidad entre ambas naciones?
No me extraña que México, Venezuela, Argentina, Cuba y otros países con Gobiernos corruptos como el nuestro, sean refugio para las ratas que huyeron de Ecuador, cuando se empezó a hundir el barco del Socialismo del Siglo XXI, pero no creí que algún país de Europa pudiera hacer lo mismo. Sin embargo, también asusta la timidez de las autoridades ecuatorianas, que no presentan las pruebas para traer a tantos pillos que uno ve andar libres en varias ciudades de los Estados Unidos de Norteamérica y no reclaman a las autoridades de la ese país la extradición de esos pillos.
Ahora vemos que, después de todas las apelaciones y la confirmación y reconfirmación de la sentencia, pretenden seguir presentando apelaciones, y peor aún, sin estar encerrados, como deberían estar.
Al parecer vivimos en un país donde la corrupción es un modo de vida y ningún bombero pisa la manguera de otro.
Necesitamos de urgencia gente sin rabo de paja, que se decida entrar a la política, sin afán de enriquecimiento, un Olmedo, un Yerovi que, con los pantalones bien puestos, plante a estos pillos que se han multiplicado en forma geométrica, al ver la facilidad y la impunidad para el robo en el país.