21 noviembre, 2024

La increíble vida y entrega del padre Bill Atkinson, OSA

Bill Atkinson nació en Philadelphia en 1946. Un año después de su graduación del colegio en 1963 entró a la Orden de San Agustín como novicio. En 1965 tuvo un accidente del que por poco no murió, resultando cuadraplégico. En 1969 prosiguió con su noviciado hasta que en 1973 profesó los solemnes votos religiosos. Sus estudios de teología los efectuó en Washington, D.C. y en 1974 el cardenal John Krol, con una autorización especial del papa Paulo VI, ofició su ordenación al sacerdocio. Desde 1975 hasta 2004, el padre Bill fue profesor del Colegio Monsignor Bonner en Drexel Hill. Fue reconocido por su gran sentido de humor, excepto en el salón de clases donde su sola presencia incitaba disciplina, orden y control.

Al cumplir 38 años se escuchó que dijo, “La mitad adentro la mitad afuera”. Al preguntársele lo que significaba, respondió, “… He pasado la mitad de mi vida en esta silla de ruedas y la otra mitad fuera de ella”. “¿Cuánto tiempo te tomó aceptar que nunca caminarías nuevamente? Tú nunca realmente lo aceptas. Cada noche mientras te acuestan en la cama esperas que mañana sea el día en que puedas levantarte y caminar. Lo que aprendes a aceptar es que tú no te levantarás y caminarás”. Cuando se le preguntó sobre el tiempo que le tomó asimilar todo aquello, respondió, “Como 5 años. La vida es como un juego de naipes. O juegas con las cartas que te han dado o te das por vencido, y yo no estoy listo para darme por vencido”. El padre Bill falleció en 2006 y es un serio candidato a la canonización.

¡Bendiciones!

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Wagner se encontraba a sí mismo tan completo como artista, que se vio capaz de diseñar incluso su propio teatro. Ya no sólo piensa en todos y cada uno de los aspectos de sus óperas, sino que, además, crea el teatro donde estas óperas tienen que representarse. Porque resulta que, como Luis II de Baviera aceptaba prácticamente todo lo que él quería, Wagner se atrevió a hacer construir un teatro donde, con aquella “modestia” que le caracterizaba, solamente pudieran representarse obras suyas.

Pero hay que matizar algunas cosas: Wagner estaba convencido de que lo que él estaba haciendo tenía una importancia trascendental, porque representaba poner los cimientos, crear las bases y las estructuras de lo que, en el futuro, sería la nueva música popular alemana. Él creía firmemente que estaba dando a Alemania lo que Alemania nunca había tenido. Por eso concibió la idea de que el pueblo alemán dispusiera de un teatro donde se programaran solamente este tipo de obras. Un teatro popular alemán que, respondiendo a esta idea de servicio al pueblo, tendría que ser gratuito para que pudieran acceder a él ricos y pobres. Un teatro al servicio de todo el mundo, que no hiciera distinciones de ningún tipo. Un teatro que fuera igualitario y democrático.

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