21 noviembre, 2024

Terapias y más terapias… enfrentando al COVID 19

Es una verdad de perogrullo que el famoso ente que hoy nos mantiene todavía pensando en “sobrevivir” ha sido materia de conversación, de investigación y de preocupación para todos los seres humanos. “Pandemia” es el término que se le da a las enfermedades que atacan a grandes conglomerados sin respetar zona geográfica, clima o etnia. Una y otra vez en la historia de la humanidad se han dado y ésta no ha de ser la excepción. Pasado el tiempo, sabemos un poco más de su etiología y patogenia, de sus formas de ingreso al cuerpo y de cómo enfrentarlo para disminuir su letalidad, que de hecho parece logrado… al menos en Guayaquil…

En el Ecuador y más específicamente en nuestra ciudad, la intervención municipal se muestra como un factor decidor y por supuesto muy positiva para el control. Se incrementa por etapas las infecciones, se ha visto disminuir la mortalidad y se propone una vacuna para el siguiente año, que según lo que vemos en papers y en revistas científicas es prometedora, aunque quedan enormes vacíos en su comprensión como enfermedad y esperamos que se vayan aclarando con el tiempo dichas dudas. Las vacunas son elaboradas con diferentes procesos que van desde lo artificial (Sputnik V) hasta el uso de investigaciones previas con fragmentos virales parecidos al actual y hasta –se piensa- algunas tienen peligros a propósito de la alteración del genoma. En fin… habrá igualmente que esperar.

Hemos visto aparecer recomendaciones una y otra vez. Los psicólogos y los médicos conductuales opinamos que el rezago causará un incremento –y de hecho puede palparse- en los problemas que la ansiedad y el famoso “stress” en el entorno inmediato y mediato de los seres humanos. De entrada, los femicidios –palabra ahora cuestionada-  y los problemas familiares se intensificaron con el confinamiento y hemos tenido que aprender para enseñar a nuestros hijos, relacionarnos mejor con nuestros ancianos y hasta ser más colaborativos con los vecinos. En todo esto la terapia psicológica ha ayudado a muchos y los psicoterapeutas han visto intensificarse su labor en la guía de otros. El Municipio de Guayaquil, dándole énfasis a lo social ha abierto el área de apoyo precisamente en el tema de la orientación y tratamiento psicológico bajo la égide de la Concejal Ursula Strenge, muy bien preparada y con el apoyo de profesionales reconocidos como don Gino Escobar que ofrecen a las personas que acuden al Hospital Bicentenario con este tipo de asuntos derivados muchos de ellos del confinamiento o de la etapa posterior del COVID,  siendo una experiencia contundente en la preocupación de Cynthia Viteri por el bienestar social de su ciudad. 

La fisioterapia y la nutrición son requeridas en todos los programas de radio y televisión para llegar a más gente. Mis amigos terapistas en ambos campos científicos han acudido a mis programas de radio o de televisión para hablar de sus experiencias y recomendaciones precisamente para aminorar la carga de afectación mental y corporal que suele darse cuando hemos estado y seguimos estando “bombardeados” literalmente por noticias apocalípticas acerca de la contaminación por el famoso virus que en muchos, en muchísimos casos han generado ansiedad, depresión, agresividad así como hipertensión arterial, úlceras pépticas, colon irritable hasta urticarias, amenorreas, disfunción eréctil entre otras afecciones que tienen su raíz en la mente de los seres humanos.

En mi caso particular algunos de mis alumnos de grado y post grado, amigos y amigas personales, me han pedido conversaciones particulares de manera pueda dialogar con ellos en una suerte de terapia filosófica, que en lo personal la practico con las personas que lo solicitan y que ayuda a ver mejor el panorama, lo que vulgarmente suele decirse… “una luz al final del túnel”. Los estados mentales deficitarios ya eran un problema de salud pública antes de la pandemia. Graves algunos como la ansiedad o la depresión, gravísimos otros como el Alzheimer o el Parkinson, o sencillamente las comunes manifestaciones del “stress” que dependen –para superarse-  de una mente que se sienta capaz de enfrentar los desafíos y que tome la decisión de hacerlo. Por supuesto las terapias suelen ser coadyuvantes al trabajo neurocientífico que por otro lado  ha de hacerse con expertos, pues también han aparecido gente inescrupulosa que aprovechando de las redes, se sienten capaces –y yo diría audaces- de hablar de neuroventas, neuromarketing y hasta de “neuropeluquería”.

Entonces, debo decirles, estimados lectores que las terapias usadas son muchas de ellas excelentes y pertinentes para sobrevivir en la vorágine de tanta información dolorosa en redes a propósito del COVID. Me refiero a terapias adicionales como el ejercicio físico, el yoga, los masajes musculares relajantes, las duchas de agua tibia, la nutrición adecuada, la fisioterapia, pero también la dulce conversación con el ser amado, el acercamiento a cosas tan simples y hermosas como la naturaleza, los viajes, la lectura y por supuesto la terapia filosófica sobre la cual hablaremos en extenso en otra entrega. Hasta ese momento ojalá y la Navidad de este 2020 venga cargada de la esperanza cierta de que el nacimiento del Hijo de Dios nos irradie la FE y la ESPERANZA de que saldremos adelante positivamente de esta pandemia como ha ocurrido en los cientos de veces en que el ser humano ha enfrentado este tipo de circunstancias. ¡Feliz Navidad a todos!

 

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