Analicemos la situación del Ecuador 200 años atrás. Pagar tributos a los españoles por el 10% bruto de lo producido, impuesto al indio, aranceles a los productos importados y exportados, expropiaciones de tierras a favor de los españoles, monopolios o derechos asignados por los españoles en la concesión de algún servicio público, prensa dirigida sin libertad de opinión, persecución hasta la muerte de criollos que opinaban distinto, etc. En la actualidad, el opinar libremente me ha cerrado puertas y las 35 muertes misteriosas opositoras al Gobierno de Rafael Correa, quedaron olvidados por la justicia ecuatoriana. (Para detalle de las muertes leer Las muertes sin aclarar de la década correísta | Plan V)
El mercantilismo de toma y daca continúa desde la forma de pretender negociar con países amigos los tratados de libre comercio (TLCs) cuando la posición del país pudiera ser una apertura unilateral al comercio (más sobre el tema en Apertura unilateral como alternativa de negociación – Desde mi Trinchera por Bruno Faidutti). Considero que, si queremos liberarnos económicamente, la decisión es nuestra de manera unilateral; el federalismo pudiera ayudar para ese propósito. Cada región o provincia que se sienta con el derecho de progresar y echar al traste las negociaciones burocráticas que pudiera llevarnos un TLC, y beneficiarse de costos bajos podría hacer lo mismo que lo que los guayaquileños pretendemos. Lamentablemente, la decisión por el federalismo sigue siendo política con tinte equivocadamente regionalista, porque ningún movimiento ciudadano o partido político han logrado que se consulte al pueblo.
En definidas cuentas es el consumidor qué, a la hora de comprar, decide por precio y calidad dentro de sus posibilidades presupuestarias, prefiriendo unos de los productos ofertados en el mercado ampliado, sea éste nacional o extranjero. Si el Estado interfiere con aranceles de importación o controles sobre el poder del mercado, el ciudadano se queda sin el producto de su preferencia, reduciendo las opciones y encareciendo el presupuesto familiar de todos o condenándonos a un estándar de vida inferior de sumisión tal como nos tuvieron los españoles.
No ha cambiado nada en 200 años. Con la pandemia, hasta la libertad para morir nos quita el gobierno, imitando recetarios extranjeros somos sometidos a rigurosos procesos de controles y de movilidad. El Estado fracasó en su intento de cuidarnos en salud, en comunicar sobre los peligros de la pandemia, en seguridad, en educación y en la recuperación económica ya que no hay dinero ni para los gobiernos seccionales: alcaldías y prefecturas, a consecuencia de la banda de delincuentes que nos gobernó por una década y que siguen enquistados en el actual gobierno. Pregunto: ¿debemos seguir siendo meros espectadores hasta que el país se caiga en pedazos y nuestros hijos migren?
Opino que no. Es hora de trabajar por nuestras libertades y no esperar las falsas promesas de las mismas vertientes del correísmo porque tiene pinta de agua mala, prometiendo dinero a solamente un millón de ciudadanos cuando somos 17 millones de ecuatorianos. Que no nos estafen a los otros 16 millones de ecuatorianos, pues la plata es de todos. Además de que este mismo candidato correísta, con la cantaleta del respeto a la democracia, pretende irrespetar al ciudadano en sus libertades por 50 años como lo hace Cuba, lo sufre Nicaragua y Venezuela, también. ¡No! No queremos nada de esto para el Ecuador.
Cuidado de que, con el juego político de confinarnos so pretexto de la pandemia, atrasan las elecciones. Eso no es aceptable. ¿A quién no le favorecen los números electorales que nos llevan al caos? El gobierno tiene que meditar antes de actuar con decretos que nos hacen retroceder 200 años de libertad.
Con este gobierno mediocre y antipatriótico, todo es posible, espero que la ciudadanía así como sale a arengar a los candidatos en las calles pese a las restricciones, así como se celebra el triunfo de un equipo y las autoridades parecen pintadas y el COE no da pie con bola porque ya casi nadie les para bola, también quemen este pésimo año, así el Lerdín diga que no habrá quema, si lo vamos a quemar con el fuego se aleja el covit 19 y ojalá no se salve ni la silla cómplice de tantas mentiras.
Y a Correa y su monigote no había también que quemarlos?
YA LE QUEMAMOS