Mantienen algunos que el público es incapaz de participar de las luchas políticas; qué se necesita títulos de hasta décimo nivel, manos limpias, corazones ardientes y etc.
Eso ya lo escuché cuando la rata correa llegó al poder, y cómo nos costó ese pretexto.
Es un gran honor saludar a una persona con los dedos sucios por dedicarse al trabajo diario con ahínco y honestidad. Sin la menor duda hay personas cuya experiencia es muy superior a los que concurrieron a comprarse títulos en idiomas que ni siquiera pueden comprender.
Esta vez se repite una pelea entre facciones políticas, como lo fue en aquella ocasión. Esta es una pelea entre la productividad y los ilusos fracasados. Como fue en los últimos catorce años y en el pasado marxista. Esta es la repetición de una pelea decisiva entre la democracia y la dictadura de los ladrones, así que no podemos quedarnos al margen.
Y qué se puede esperar de personas que están en puestos grandes, cuando ellos tienen un cerebro chiquito contaminado de amoralidad y dedicado a adorar al dios dinero…y con eso piensa solamente en delinquir y hacer el mal y no duermen sin haber hecho un mal a alguien; especialmente, al ciudadano que requiere acciones limpias y legítimas para prosperar.
Terrible: como el Ecuador se volvió tierra de nadie en manos del peor Gobierno de la Historia que transformó a muchos en narcotraficantes, violadores, incultos, sin un auténtico marco legal, menos aún justo, y la ley fue puesta en subasta.
Ecuador eligió equivocadamente al representante de la soberbia endemoniada, jefe de la mayor minoría desvalijadora y represora en vez de protectora.
¡La inseguridad campeo, el desempleo, la insalubridad y el crimen organizado creció! …
Pero la legítima élite intelectual e idónea fue perseguida por la banda de perversos participando de lleno en calidad de argolla de esa unidad punible que se trepó sobre los auténticos patronos.
Los mejores comunicadores y delatores fueron victimizados e incluso “supuestamente” asesinados para que la propaganda al estilo Goebells mantuviera el velo del perjuicio socioeconómico.
Hoy es como si quisiéramos ver los toros de lejos, buscándole las costuras a cada candidato (como si todos fuesen iguales), pero sin arriesgar el pellejo para rescatar la democracia.
El más aceptable propone un programa clarísimo: defender el dólar, crear trabajos, alentar la producción y combatir la pobreza. Del otro lado lo único que nos ofrecen es acabar de hundirnos en una piscina repleta de heces fecales. ¿Queremos esto último? Pues entonces tenemos que escoger.
La población con una grave contaminación del Síndrome de Estocolmo hoy sobrelleva el “efecto Cobra” que ocurre cuando un intento de solución a un problema en realidad lo empeora.
Se trata de un ejemplo de consecuencia imprevista. El término se utiliza para ilustrar las causas de una estimulación incorrecta en economía y política.
El término efecto cobra proviene de una anécdota en los tiempos de la dominación británica en la India colonial. El gobierno británico estaba preocupado por el número de cobras venenosas en Delhi. Por lo tanto, el gobierno ofreció una recompensa por cada cobra muerta.
Inicialmente fue una estrategia exitosa y un gran número de serpientes fueron matadas por su recompensa. Sin embargo, personas emprendedoras comenzaron a criar cobras por su recompensa muertas.
Cuando el gobierno se percató de esto, el programa de recompensas fue cancelado, causando que los criadores liberaran a las – ya sin valor – cobras. Como resultado, la población de cobras salvajes aumentó. La aparente solución al problema lo hizo aún peor.
Un incidente similar ocurrió en Hanoi, Vietnam, bajo el gobierno colonial francés. Este gobierno creó un programa que pagaba por CADA RATA MUERTA. Para cobrar la recompensa, las personas debían proporcionar la COLA DE LA RATA. Los funcionarios coloniales, sin embargo, comenzaron a notar las RATAS en Hanói sin colas. Los cazadores de ratas vietnamitas capturaban los roedores, les cortaban la cola, y luego las dejaban en libertad en las alcantarillas para que pudieran procrear y producir más ratas, lo que aumentaba los ingresos de los cazadores de ratas. Hoy el rey ratael-roedor está cebando esas criaturas de albañal.