Les parecerá una locura y sobre todo viniendo de un médico cirujano especializado en psiquiatría con dos subespecialidades, para fines prácticos de la próxima elección presidencial la pandemia ha sido una bendición.
Las medidas restrictivas que nos impone el COE, obligan a todos los políticos a centrarse en la difusión de sus propuestas y dejar a un lado el show mediático, el ensuciar las calles, paredes y lo que sea de las ciudades por donde pasan.
Como no se puede hacer las consabidas peleas políticas donde el que más ladra es el mejor o el más macho candidato, el debate ideológico se vuelve la única arma de proselitismo a la que los sabelotodo tendrán que recurrir.
Esto es importantísimo, porque la elección presidencial por primera vez se vuelve más ideológica; menos afectiva y por lo tanto no tan manipulable por razones de identificación personal sentimental.
Entre los candidatos no hay un mesías salvador de la patria.
Tampoco hay un encantador de multitudes que convence a todos por su carisma e histrionismo.
Los que hay son los que quedan de los partidos políticos de siempre o son los resultantes de las más increíbles fusiones partidistas electorales por cálculo político, donde se mezclan el agua, el aceite y las conveniencias.
La restricción que nos impone la pandemia, nos obliga a pensar más con nuestro cerebro que a sentirnos identificados y manipulados, por la oratoria mediática que busca la manipulación en la identificación basada en la ignorancia popular.
Tenemos los gobiernos que nos merecemos, porque nosotros somos quienes los elegimos.
Hemos elegido presidentes locos, incapaces, ignorantes y ladrones, porque hemos tenido un poco de cada cosa con la que nos identificamos de nuestro líder.
Es un poco como lo que pasa con el fútbol.
Barcelona es la idolatría popular y liga es la aristocracia de las alturas.
Cada día hay más barcelonistas en Quito, pero cada día no hay más liguistas en Guayaquil.
Con los candidatos presidenciales sucede lo mismo.
Nos identificamos a ellos con simpatía o antipatía por cómo nos habla, de qué manera se viste o a quién insulta más y mejor.
Hoy estamos frente a un momento histórico.
Gracias a esta maldita pandemia, los ungidos salva patrias tendrán la obligación de debatir públicamente sus ideas, por lo que el voto será menos emotivo y algo más sensato.
Ahora; si todo esto fracasa y elegimos a los mismos de siempre y por las mismas razones de siempre, se corrobora el sabio dicho político que dice:
No existen presidentes estúpidos; sino estúpidos que eligen presidentes estúpidos.
Todo lo contrario a lo que usted indica, está sucediendo en esta campaña, candidatos que no debaten, si es que se puede llamar debate a la presentación de las propuestas dadas este fin de semana próximo pasado.
En las calles de las ciudades, no se ha salvado poste alguno y paredes, para empapelar de propaganda de los 15 candidatos. El único que está cumpliendo en no ensuciar las ciudades es Dr. Montufar y sus candidatos aliados para la asamblea.
Esperemos que la prensa seria y honesta, proceda a realizar verdaderos debates entre los candidatos, para de esta manera, el pueblo que todavía no sabe por quien votar, haga su análisis de quién le conviene como presidente.
Tenemos los gobiernos que nos merecemos, porque la gente, se deja engañar por propuestas populistas y demagógicas, y por los candidatos que se presentan a la contienda electoral, terminamos votando por el menos malo, y a pesar de eso, este malo, no ha sido elegido por los fraudes dados en el conteo.
Dios salve al Ecuador de otros 4 años de robolución.