Terminé el artículo anterior diciendo que no existen presidentes estúpidos; sino estúpidos que eligen presidentes estúpidos.
En nuestra patria el 51% de los votantes actúa como si lo fuera.
Vimos por televisión un debate de vergüenza nacional, donde cada candidato tenía que contestar una pregunta en un minuto y eran ocho candidatos.
Eso significa que cada ocho minutos podría hablar un minuto.
Si le tomamos 5 minutos que hablaba quien hacía la pregunta y cinco minutos de propaganda del canal, la cruda realidad es que ningún candidato podía hablar de su propuesta más de ocho minutos.
Había candidatos con experiencia en el manejo económico, sin conciencia social.
Había candidatos con conciencia social y sin ninguna experiencia económica.
Había candidatos figuretis.
Había candidatos puestos a dedo por lo que queda de la partidocracia.
Había candidatos que le hacían la competencia a Silvester Stallone en Rocky 8 o 9, por la cantidad de veces que han sido candidatos para ser presidente.
Había escogidos al “ ven tú ” o al famoso dedazo.
Había candidatos que realmente hablaron verdaderas burradas, cuyo contenido de su discurso daba vergüenza escuchar.
Cada cosa que respondían evidenciaba una escuálida e insuficiente capacidad intelectual y el desconocimiento pleno de aquello que se le preguntaba.
Hubo personas que al ver el debate se reían de las estupideces que hablaban quienes ni siquiera sabían de que hablaban o si lo hacían, le cambiaban el significado de las palabras por lo que contestaban todo distinto a lo que le preguntaban.
Me dio rabia y vergüenza al mismo tiempo, ver como esta mediocridad intelectual es lo que tenemos y de donde debemos escoger a nuestro futuro presidente.
Se me hace difícil aceptar que habiendo verdaderamente hombres capaces y probos en la patria, el presente y especialmente nuestro destino futuro, se tenga que escoger entre la insignificancia intelectual como denominador común casi total, de un grupo de individuos que quieren ser presidentes de la república.
Lo que vimos en el debate debería aterrorizarnos.
Pensar que el Ecuador saldrá adelante bajo el gobierno ejercido por el que sea electo de lo que vimos, es un sueño de perros con problemas digestivos.
Por eso termino repitiendo lo que dije:
La culpa es nuestra.
O por lo menos de un 51%.
No existen presidentes estúpidos; sino estúpidos que eligen presidentes estúpidos.