22 noviembre, 2024

¡Por la niña mujer! o ¡Mujer niña!

La tragedia y lapidación humana que ciertas niñas mujeres están sufriendo hoy -en pleno siglo XXI- nos obliga a levantar en el presente, nuestra voz de protesta de mujeres adultas, que como tales, ya gozamos de tantos derechos alcanzados, después de duras luchas en calles, fábricas, foros y estrados políticos e internacionales…

Hoy se trata de defender y luchar por el derecho a la vida de nuestras congéneres –las mujeres niñas –, que indefensas -muchas- están sufriendo el abuso sexual de esos sujetos débiles de hombría: parientes, vecinos o de la calle.  Y lo más abominable, de algunos que se llaman padres y padrastros, que hasta la comercian, con la aquiescencia de esa mujer -que la dio a luz- y a la que me resisto de llamarla madre, porque como tal, debiera defender a su hija, aún a costa de su vida…

Y entonces nuestro grito del presente debe ser para que esa mujer, indigna de llamarse madre, ¡Reaccione! y concientice como deber sagrado: el cuidado y defensa de su hija -la niña mujer- ante el abuso de cualquiera de esos monstruos sin conciencia, a quienes debe caerles el peso de la ley como criminales de alto grado.

Valga este marzo -por el Día de la mujer– para que reivindiquemos su valía defendiendo la vida de la Mujer niña, que como tal debe gozar de los mismos derechos de la humanidad, estipulados en la Declaración de los derechos del niño de 1950 afirmando entonces que “la humanidad debe al niño, lo mejor que puede darle” ratificando su derecho a ser protegido en el Año Internacional del Niño en 1979 -en cuya sesión participé-.

Lo que valida nuestro grito de hoy  

 “¡Por la niña mujer! o ¡Mujer niña!

“Por la paz del mundo”

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Opera del Verismo.- En la ópera los sentimientos dramáticos eran patrimonio exclusivo de caballeros medievales con armaduras y pétreos castillos sin que La Traviata de Verdi y Carmen de Bizet fueran otra cosa que excepciones. En esa segunda mitad del siglo XIX se presentó una reacción contra las emociones exaltadas de las óperas de Verdi y la Grand Opera en general, y contra la irrealidad y altanería (aunque sean simbólicas) del mundo wagneriano. El Realismo ejerció gran influencia en los compositores de ópera, especialmente en los italianos. Nace el “verismo” en la opera (de il vero, en italiano). Pietro Mascagni, Ruggero Leoncavallo, Umberto Giordano y Francesco Cilea fueron los primeros exponentes.

A los escritores y compositores del verismo no les interesa ofrecer una cara amable de la realidad, ni una realidad más o menos edulcorada, sino todo lo contrario. Lo que quieren es mostrarnos la parte más oscura, más baja del ser huma¬no; las bajas pasiones, los bajos instintos, las injusticias más descarna¬das que comete la sociedad, la pobreza, la miseria material y espiritual de muchas personas, el odio que a veces somos capaces de acumular, el daño que somos capaces de hacer, el sufrimiento, la traición que somos capaces de llevar a cabo. Por otra parte, como pretende reflejar el mundo real, sus protagonistas son gente de la calle. Se han acabado los príncipes, se han terminado los reyes y los nobles, las damas de alta alcurnia, los trovadores medievales y, por supuesto, los héroes. Los protagonistas de las óperas veristas son gente absolu¬tamente normal y más bien de extracción popular. Son campesinos, son cómicos ambulantes y, si es necesario, son cargadores de mue¬lle.

1 comentario

  1. Gracias por su artículo que nos habla claramente sobre esta triste realidad de los niños y mujeres.
    Sus letras abren el camino para la reflexión y el deseo de realizar la lucha en favor de quienes son ultrajadas sin conciencia..
    Consuelo Sánchez Mazzini.

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