¡Todos estamos condenados a morir! Antes o después, pero sólo por el hecho de haber nacido, todos tenemos firmada una condena de muerte.
En Ibis, Vargas Vila pone una sentencia: “Cuando la vida es un dolor, el suicidio es un derecho; cuando la vida es una infamia, el suicidio es un deber”. Completamente distinta de lo que dice en los versos de su primera novela:“Aura”, o “Las violetas”. El instinto de preservación de la vida es innato en el ser humano, está dentro de nosotros.
Aún no acabamos de nacer y luchamos por nuestra vida. Como Neonatólogo he visto niñitos de 20 semanas de gestación luchar por su vida y es admirable ver como luchan e intentan salir adelante.
Es horroroso ver en vídeos de curetajes, fetos de 10 o 12 semanas, o menos de gestación, cómo arquean su cuerpo intentando esquivar la cureta o el succionador, para tratar de salvar su vida.
Como Médico he visto toda clase de muertes y he podido ver agonías monstruosas y conversado con varios Médicos en varias partes del mundo sobre el tema.
Nadie, en ningún momento ni por ninguna razón, tiene derecho a atentar contra la vida de otro ser humano. Hemos visto ejemplos valiosísimos de personas que han superado todo tipo de malformaciones y son autosuficientes y llevan una vida normal, gracias a su tesón y valentía.
He observado las caritas de niños con retardo, y puedo asegurar que, aunque tengan daño cerebral intenso, sienten, se ríen y son felices.
Un ejemplo de esto, son los niños Down. En general viven con una sonrisa en la cara. No tienen malicia. Son verdaderos Ángeles.
Hay una sola circunstancia que me ha tocado vivir pocas veces y que me rompen el esquema. Son personas que tienen enfermedades terminales, con dolores insoportables y su agonía es un solo ¡ay! Cualquier movimiento les produce un dolor insoportable, tan fuerte y horroroso, que ni con la morfina se lo puede controlar. En esos pacientes, prefiero correr el riesgo de que ocurra un paro, pero tratar de aliviar el dolor.
Nunca se debe atentar contra una vida humana. Sólo en casos de dolores que van más allá de la capacidad de aguante físico, es preferible correr el riesgo de un paro, pero aliviar un poco el insufrible dolor.
Pero más derecho tiene un adulto/a , a solicitar la eutanasia cuando el sufrimiento físico o moral acaba con sus esperanzas y deseo de vivir, que solicitar el aborto, porque es un asesinato.