¡Querida María Piedad!
-Amiga mía-
¡Poeta diamantina!
Forjadora de sueños y esperanzas, en el hijo que gestaste en tus entrañas y cual verso de uno de tus poemas, fue creciendo como niño, hasta ser hombre… y multiplicarse luego como padre, en sus hijos. ¡Nietos tuyos! Que agrandaron el ánfora de tus sueños.
Y al pasar del tiempo:
En ese caminar de cada día,
Fueron tú y tu hijo Paolo, inseparables…
-Así se los vio… los vi yo…
Irradiando cada uno su grandeza:
Tú con tu poesía inigualable
Y él como Biólogo, defendiendo el medio ambiente de la tierra;
teniendo a la sociedad como escenario.
Y un auditorio de todas las edades, ansioso siempre de escucharlos…
¡Ah! Y por ese amor inigualable que tuvieron:
Tú-Piedad-querida como madre
Y Paolo, como tu hijo amado.
¡El perdurará en ti, mientras tú vivas!
De ahí, mi grito hacia ti es ¡Vive Piedad!¡Amiga mía!
Porque ¡Los seres amados nunca mueren!
¡Mientras tienen vida quien los ama!…
Te lo digo yo, amada amante, en quien vive el hombre de mi vida, en cada instante que aún tenga de existencia.
Porque
¡Amar es vivir!
“Por la paz del mundo”
Con dolor en el alma, he leído esta elegía, tan hermosa, para una mujer que entregó su vida, con amor a ese hijo que no la defraudó.
Paolo y Piedad siempre juntos, engrandeciendo la cultura y la hermandad.
Hoy todos los que conocimos a Paolo, y pensar que su presencia física, ya se alejó de nosotros, dejando una estela de enseñanzas con su amor a la tierra y en valor de su conservación;; sentimos que él seguirá con nosotros porque los grandes valores no se van, se quedan con su enseñanza cultural y humana.
Mis respetos a su recuerdo y mi cariño indeleble a su madre e hijos, jóvenes que tienen a su haber la herencia que su padre sembró en ellos.
Dulce domadora de dementes
tu buena palabra me daña el dìa
y me arregla el mes.
Antonio Carriazo