22 noviembre, 2024

El eterno debate: izquierda vs derecha I

Durante mucho tiempo los sufragios se dividieron entre el asistencialismo de la izquierda (social) y el materialismo de la derecha (mercado). Esa brecha filosófica, mismo sin política e intereses personales de por medio, ciertamente ha perdido trascendencia ante el pragmatismo sobre cuánto gobierno dentro de la economía sería aceptable a cambio de un determinado bienestar de la sociedad y acerca de quién estaría mejor preparado para conducir el Estado. Esto sucede en parte porque los candidatos, multifacéticos líderes de tendencias y proponentes de políticas públicas, han migrado hacia una combinación ideológica que recoge virtudes de ambas visiones y desecha, al menos teóricamente, la oblicuidad de los extremos. Así, para los votantes, la presunta capacidad para producir resultados ha llegado a situarse muy por encima del reconocimiento ideológico. En otras palabras, no importaría tanto el color del gato siempre que sea efectivo cazando ratones.

En lo que realmente concierne al Ecuador, ¿será que las masas reconocen lo que la izquierda o la derecha proponen políticamente y aportan al debate filosófico? Es evidente que al electorado poco le apetece dilucidar sobre esta materia cuando su realidad confluye entre la supervivencia cotidiana y la resignación por un malogrado porvenir que ni la derecha, peor la izquierda, han conseguido cambiar. El argumento resultante es que más allá de alguna deficiencia en las tendencias, lo acontecido en el país es producto de una monumental falla de los individuos.

Artículos relacionados

La renuncia buena

Durante la semana que pasó, el Ecuador se vio polemizado por dos renuncias. La primera, la del presidente Correa, quien anunció su retirada oficial a participar de la VI Cumbre de las Américas. Cumbre, que finalmente probó su fracaso. Mas allá de servir de escenario para una que otra escaramuza interesante, liderada por las noticias de la mala conducta de los funcionarios del servicio secreto destinado a proteger al presidente Obama, la retirada apresurada y molesta de la Cumbre de la presidenta argentina y la agresión verbal del Canciller Maduro al presidente norte americano, no nos dejó al continente ningún acuerdo beneficioso a corto ni mediano plazo. Los diarios alrededor del mundo apenas le dedicaron unas cuantas líneas al evento, dándole mucho mayor protagonismo a los sucesos en Siria, a las conversaciones de Estambul, a las elecciones presidenciales en los Estados Unidos y a las celebraciones por el centenario del nacimiento del controversial padre de la patria norcoreana.

Una cumbre sin consensos, en la que lo único que nos quedó muy claro es que estamos verdaderamente lejos de esa soñada integración. Se sintió todavía al norte muy distante y mirando hacia otro lado. Sin dejar de reconocer la importancia comercial que nos une, se hicieron más claras las prioridades a los principios y su prácticas que nos separan.

¡Vivir la libertad!

“Entre la causa y el efecto siempre hay un espacio en el cual tú decides”, acostumbra a insistir Stephen Covey, insigne investigador del liderazgo. Y es cierto… siempre se impone la capacidad del ser humano para optar, para elegir, para decidir, para hacer uso de su libertad en cualquier situación, hasta en las más trágicas tal cual nos lo explica Viktor Frankl en su obra –El hombre en busca de sentido-. “Aún en las peores circunstancias el ser humano conserva su libertad última, su capacidad de decidir y ésta es suya independientemente de los demás…”. Por tanto, la libertad, es un valor inconmensurable y fundamental para la vida misma, cuando es definida correctamente, no así cuando la asociamos al determinismo o a la famélica idea de que “es hacer lo que se quiere”. Ser libre en definitiva es ejercer la capacidad de optar, de decidir, aunque elija no elegir sigo haciendo uso de mi derecho… ¡vaya pues!

Sin embargo, esa libertad individual, humana, no vive sola, no se la vive en soledad, hay mucho más… Se apoya y se enriquece continuamente de otros dones maravillosos como la vivencia consciente de la responsabilidad, asumida como la capacidad de responder siempre alineado con los principios inmutables de la vida como el respeto, la honestidad, etc. Así también la libertad –éticamente- requiere de la consciencia intelectual, que hace que aprovechemos nuestros aprendizajes cotidianos…

1 comentario

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

×