Amanece un día cualquiera y puedo darme cuenta de que seguimos… ¡en cuarentena!
Y no porque el famoso COE lo diga o porque la gente esperaría siempre que sus semejantes se cuiden sino por una decisión personal de evitar en lo posible el contacto con este “ente” que desde hace más de un año cambió nuestro quehacer cotidiano y alteró de muchas maneras nuestros planes y proyectos… estudios, viajes, diversiones, en fin… vino a poner un “espacio” entre el antes y el después y no conseguimos salir de las consecuencias de la fatal pandemia. Pero… ya pasará, todo en la vida tiene una fecha de caducidad… más tarde o más temprano veremos la luz al final del túnel… así ha sido siempre en la historia de la humanidad… es cuestión de tiempo…
Cuando converso con mis amigos, amigas o con mi familia, percibo el gusto que expresan porque estoy sano y por supuesto siento de manera recíproca que saber que ellos están gozando de buena salud me motiva y me hace sentir que hay una bendición del Creador que nos alcanza. Ahora he aprendido a disfrutar el hoy y en ese hoy… ¡estamos sanos!
Capto también que no les interesa ver el modelo o el precio de mi vehículo personal y peor aún evaluar si mis vestimentas van con el último estilo de la moda, ni siquiera si he ido a mi dentista últimamente… me expresan el gusto de saber que estoy sano, de que estamos sanos y dispuestos a seguir queriéndonos… ¿mi guardarropa?… todavía tiene un exceso inexcusable… después de todo hay mucha gente que la necesita y de repente yo no la uso… me doy cuenta que en riesgo de enfermedad, en peligro de contagio que ponga en entredicho la vida… ¡la salud es un bien inconmensurable!, tanto que con seguridad es “un lujo” pues bien sabido es que la fatal enfermedad no ha respetado rangos sociales, estatus económico, edades o capacidades cognitivas…
La salud para la escuela hipocrática tenía que ver esencialmente con el mantenimiento del equilibrio, de la eucrasia, es por ello que su medicina suele llamársela “pasiva” pues no iba a confrontar directamente con las causas o con los fenómenos, sino que esperaba para que la naturaleza haga su trabajo apoyando por supuesto lo posible al enfermo. Las vacunas, cualquiera que sea su origen, son muy importantes para el combate al fatídico ente, sin embargo, no son por sí solas una solución permanente. Es menester que lleguen las vacunas, por supuesto, pero también es imprescindible cuidar el equilibrio de nuestro cuerpo, la homeostasis, con medidas ya conocidas como el distanciamiento social, el uso de las mascarillas -las adecuadas por supuesto- y la limpieza de manos y brazos con jabón, teniendo siempre el alcohol de más de 70 grados como acompañante habitual.
Adicionalmente la salud como bien inestimable, como un lujo, requiere de cuidados habituales a los que muchos, muchísimos de nosotros no hemos estado acostumbrados. El ejercicio físico diario es importantísimo, pero no sólo ahora, lo ha sido siempre y no me refiero al cuerpo “fitness” de gimnasio, sino a los ejercicios aeróbicos que tanta falta nos hacen para conservar oxigenado nuestro organismo y por tanto apto para las reacciones bioquímicas protectoras. La alimentación sana, algo que tampoco ha sido común en la cotidianidad del ecuatoriano común acostumbrado a mezclar el tallarín con el arroz y las frituras como postre. Finalmente, el estado emocional equilibrado dejando de lado la verdadera pesadilla de nuestra era que es el famoso “stress” que nos lleva a la ansiedad, la depresión y hasta el suicidio.
Hoy, más que nunca nos damos cuenta lo importante de la salud por encima del dinero, del poder o de la fama. Es pues lo que metafóricamente llamo “un lujo”; ojalá y las enseñanzas de este microscópico ente -si puede llamarse así- nos mantenga “aprendizajes” para todo el resto de nuestra existencia, pues muchas veces nos pasa que después que pasamos el peligro volvemos a nuestro estado original de la vida, en la que encontraremos desorden alimenticio, sedentarismo, intestinas disputas humanas, afecciones de estados mentales y falta de compromiso con nuestro cerebro, con nuestro cuerpo y por supuesto con nuestra alma… Ojalá y comencemos a valorar nuestra salud… ¡es prioridad!
Felicitaciones por su escrito, corto, claro y conciso, como es su costumbre.
Excelente
Muy bueno su punto de vista, mi estimado doctor.