24 noviembre, 2024

La infravalorada salud mental.

Las emociones y sentimientos son la norma en el ser humano, un día se puede estar muy feliz, otros días triste… depende de los eventos que se den a lo largo del día, la semana, el mes, o el año en general. 

A lo largo de la historia han sido estos los que han llevado al hombre a evolucionar, el miedo llevó a buscar seguridad, la curiosidad a explorar, aprender y descubrir; también nos dan lecciones, el sufrimiento por ejemplo, nos enseña a ser resilientes y en algunas ocasiones a evitar situaciones o personas que nos causan dolor. Sin embargo, existen casos en que las emociones y sentimientos son tan difíciles de controlar que se escapan de nuestras manos y puede que sea de manera temporal, como de una forma más permanente.

Durante muchos años se juzgó muy mal a quienes sufrían algún quebranto en su salud mental, muchas grandes personalidades desde reyes hasta escritores terminaron encerrados por ser considerados un peligro para la sociedad. Este estigma fue muy marcado incluso hasta mediados del siglo XX y las secuelas aún se las vive en la actualidad.

El sentir un vacío enorme, las pocas ganas de continuar, el querer simplemente estar en un sitio sin sentir o pensar, como si se pudiera ser un ser inerte; es difícil controlarlo con la voluntad, en ocasiones se puede, pero en muchas otras simplemente, y por mucho que se trate, no; es lo que está mal. El romano Juvenal escribía en el siglo I d.C. “Mens sana in corpore sano” – Mente sana en cuerpo sano- pero también hay que tener en cuenta que para que el cuerpo esté sano, nuestra mente también lo debe estar. Hablar sobre nuestros sentimientos no está mal y pedir ayuda profesional tampoco.

La pandemia, y sobre todo el encierro, ha abierto la caja de Pandora y muchas personas se han dado cuenta en estos meses de la importancia que tiene la salud mental. Si tenemos a alguien cerca que necesita de nuestra ayuda no dudemos en extender nuestra mano, para muchos es fácil pensar en otra cosa y simplemente no estar tristes o ansiosos, pero para quien esta tristeza o ansiedad se vuelve algo crónico no es nada fácil y pasarlo solo, o siendo juzgado por quienes lo rodean lo vuelve más difícil aún.

Valoremos nuestra salud mental, en estos días es muy complicado conservarla. Ayudemos a quienes tenemos a nuestro alrededor, a veces solo es necesario estar ahí sin siquiera hablar, y sobre todo, si sentimos un vacío o miedo enorme e inexplicable, no dudemos en pedir ayudar, una llamada puede hacer la diferencia. No solo pensemos en tener un cuerpo sano, sino también una mente sana.

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1920, año en que mi padre nació. Yo también vivo desde ahí.

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