Ha concluido una de las etapas más intensas de mi vida.
Tuve la oportunidad de amar como nunca lo había hecho.
El sentimiento que me generaba este amor fue único, pero las posibilidades para que este se dé, eran solo un sueño que por su propia naturaleza, resultaba inalcanzable.
Encontrar al amor y no amar, es el más grande contrasentido de todos los propósitos.
Hoy no vivo; sobrevivo.
De ninguna manera son exageraciones afectivas con el despropósito de despertar pena.
Es la transcripción más objetiva de lo que tuve y ya no tengo.
Haber amado como amaba, solo se puede dar si se está consciente de llevar el sentimentalismo más hermoso que se haya mantenido por otro ser humano que no sea de nuestra propia sangre.
Durante el tiempo que viví esta convulsionada pasión, recibí a cambio una inigualable entrega de lo mismo.
En mi recorrido camino, logré soñar con las estrellas y los soles.
Entendí el significado de un nosotros.
No pude medir la capacidad de entregarle todo al otro, por lo imposible que resultaba cuantificar lo recibido.
Fue dar el todo de un todo, más que un dar una parte de uno mismo.
Hoy he regresado a mi verdadera realidad.
Risas, prisas y aplausos sin sentido.
Aparentar la vida plena que se llena de logrados imposibles, pero que diariamente se repleta con vacíos inmensos por llenar.
No hay nada más solitario que la soledad acompañada.
La sensación de dolor que llevo en mis entrañas es desgarradora.
Son una vivencia incomprensible para quienes no la experimentan.
Las personas recorren su existencia con razonamientos y reflexiones.
Actúan de acuerdo a la razón.
Las reglas y la lógica son más importantes que el amor y la emoción.
Yo soy de los que viven por pasión.
Sin la sinrazón de un te quiero; mi vida no tiene razón.
Si todo se hiciera porque es lógico de hacerlo, conseguirlo carecería de importancia ya que todo se lograría de acuerdo a lo esperado.
Nada nos emocionaría; nada valdría la pena conseguir.
Yo necesito de un te quiero para darle sentido a mi existencia.
Hoy me parto en mil pedazos.
Tengo un fuego que corroe mi pecho y me calcina.
No sé cómo, pero viviré lo que tenga que vivir, acompañado de la melancolía.
Lo que tiene que suceder, sucederá…todo está contemplado en la velocidad del vivir.