Vamos con todo que mañana es tarde

La tarea será ardua y no libre de grandes escollos internos y externos. Las obligaciones financieras, sumadas a los compromisos de campaña, ampliamente superan los ingresos del Estado. La elección de Lasso presupone la indeclinable voluntad de cambiar el patrón gubernamental vigente desde hace 14 años e inyecta una gran dosis de credibilidad a dichos esfuerzos. No todo lo ofertado se podrá lograr, pero existen ciertos imperativos para que otros en el futuro puedan hacer más y mejor. Ha llegado la hora de emprender.

Institucionalidad. Nadie dominaría otros poderes estatales para imponer su voluntad. La Fiscalía debe ser independiente y tener una fuerza policial que responda con exclusividad a su propia autonomía. El poder judicial debe también sustentar su autoridad en la libre autosuficiencia marcada por una nueva Constitución y sus leyes complementarias. La Contraloría, cloaca pública, debe reconstituirse a través de una Academia que constantemente evalúe funcionarios y procedimientos. La Procuradoría, ídem. El CNE, vergüenza nacional, debe existir libre de intervencionismos y con un software electoral a prueba de fraudes. Crecimiento económico. Debemos crecer sustentablemente para generar los empleos que reactiven el consumo y aporten al fisco. Convertirnos en un país competitivo debe ser la meta. Seguridad Social. La obsolescencia del actual modelo es indiscutible. Los aportantes al sistema deben poder invertir sus fondos a discrecionalidad, incluso optar por una opción estatal, y conocer sus rendimientos.