21 noviembre, 2024

¿País sano?

Durante muchos años se nos viene diciendo que tenemos lindos y grandes hospitales nuevecitos y hasta se inauguraron con bombos y platillos -a pesar de que algunos no estaban siquiera listos -, sin embargo, fue motivo de orgullo para muchos el sentirse seguro de ir a atender su salud a un lugar tan bonito y supuestamente pletórico de todos los servicios esenciales. Pero… llegó el coronavirus… y desnudó con inusitada perversidad la gran realidad… nuestro sistema de salud -como el de muchos países- colapsa ante la gran necesidad de asistencia a grandes conglomerados humanos en pandemia. 

La pregunta más simple, la más sencilla, para quienes saben algo de medicina o de ciencias de la salud, y aún para el ciudadano común en nuestras ciudades ecuatorianas es… ¿hemos sido un país sano? ¿somos un país sano?

¿Qué es un país sano?, o mejor dicho… ¿cómo debe manejarse un país al que pueda considerarse sano?

Entonces conviene partir de lo esencial… “un país sano es el que tiene a su gente sana, es decir un país en el cual la gente se protege y se enferma menos…”, desde este punto de vista nos damos cuenta que nuestros políticos han creído siempre que tener más hospitales significa tener mejor salud… ¿es así realmente? 

En el supuesto, no consentido, de que el número de hospitales y centros de salud definan la calidad de la salud poblacional, aún así, hay grandes e incomprensibles “olvidos” de quienes han manejado las políticas en salud de este país. Por ejemplo, una Ministra de Salud -sin título en salud- decidió suspender los postgrados médicos, de enfermería, de odontología, de ciencias de la salud, sin criterio específico sino por una “ideología” marcada por el caudillo. Hoy, nos damos cuenta que no tenemos profesionales especializados y los pocos que hay se han preparado por su propio esfuerzo e inversión fuera del país… los médicos, las enfermeras, los auxiliares, los tecnólogos son verdaderamente titanes en la lucha contra la pandemia pues el Estado no sólo que les paga muy poco sino que escasamente los prepara…

La “inversión” en materiales e insumos de uso corriente, diario y cotidiano se ha hecho con notable atraso y hasta en un momento dado las vacunas, las que obligatoriamente vienen poniéndose hace décadas nuestros niños,  escasearon. Se cerraron en Guayaquil el Hospital Valenzuela -dolorosamente- y se cambió la razón de ser del Instituto “Leopoldo Izquieta Pérez” cuna de los mejores investigadores del Ecuador por otro ente, nuevamente nacido de la preclara mente del caudillo.

No entendemos hasta ahora que es la EDUCACIÓN PARA LA SALUD lo que nunca se potenció, es decir no se preparó a la población desde escuelas, colegios y universidad para entender el valor de la prevención, de la profilaxis y de los cuidados previos para luchar contra las enfermedades evitando que se produzcan pues una vez ocurridas se hace necesario eso sí el gasto, el dolor, la pérdida de tiempo, el peregrinar de hospital en hospital por un cupo de cama, o el sacar cantidades de dinero que a veces no tenemos para comprar medicinas que en ocasiones son escasas o no hay para el común denominador de la población. Y ni digamos la corrupción con la cual ciertos contratos salen a la luz y la falta de probidad en la atención. En suma, el coronavirus nos está gritando los errores y todavía no podemos entenderlos.

Obviamente son indispensables los hospitales y los centros de salud, pues tenemos un notable atraso. La OMS dice que un país necesita 0,25 a 0,3 camas en la Unidad de Cuidados intensivos por cada 1000 habitantes para considerarse preparado… ¡no lo tenemos!, en realidad debemos de tener aproximadamente 5250 camas pero lo que hay es 1553 y muchas están a cargo de centros privados con fines de lucro y unas cuantas en hospitales privados sin fines de lucro, el resto en instituciones públicas. Los datos son decidores… 

Un país sano debe invertir en la prevención, en la profilaxis, en la educación y en la comunicación para la salud. Los programas de escuelas y colegios tienen muy poco de este importante aspecto. No se piensa en el futuro y tal vez por eso es que no se trabaja formando a la población sobre cuidados preventivos para los problemas de salud. Se rechaza la medicina ancestral y se da importancia pomposa a “recursos estratégicos protegidos” sin tomar en cuenta que hoy más que nunca esta pandemia nos ha demostrado que el único e invaluable recurso estratégico de una Nación es la salud, el tener a su gente sana y productiva pues todo lo demás es concomitante…

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3 comentarios

  1. Muy buenas tardes, que gran artículo, no lo había analizado desde esa óptica. Una vez más gracias por lis datos e información. Nos ayuda a recapacitar en nuestras vidas.

  2. ¿Se puede soñar con que exista medicina preventiva aquí?
    Tal vez sea mucho pedir, pero con un vicepresidente médico tenemos expectativas altas de lo que puedan hacer en esos cuatro años.

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